Once años y aquí sigo, escribiendo.
Escribiendo un blog, que suena ya a anacronismo.
Yo a veces me lo planteo, ¿alguien todavía lee blogs? Con lo que a mí me gusta como medio y los que consumo de forma consciente o insconsciente, me resisto a pensar que ya no se leen, aunque es obvio que han perdido protagonismo. Tengo la impresión -y esto va a sonar a perorata de señor mayor- de que el consumo de internet viaja desbocado en una aceleración constante. Hay mucha, muchísima, casi demasiada información, tanta que a veces dificulta encontrar lo que uno quiere. Las redes sociales van mutando y van ganando protagonismo aquellas que presentan información en forma de imágenes o vídeos de 15 segundos, no sea que nuestra limitada atención se sature. Todo lo que dure más parece condenado. Paradójicamente, esto convive con el éxito de unos youtubers que te plantan vídeos de 2 horas en el que comentan otros vídeos y hablan muchísimo. Así, en esta situación, tengo la impresión de que los blogs quedan como reducto para puretas y aquellos que aún disfrutan leyendo de vez en cuando. Pero oye, aquí seguimos.
Y es que este año, que parecía que se iba a presentar movido, llegó marzo y se fue todo al garete. Una pandemia global que ha puesto en jaque a nuestro queridoperonocuidado sistema sanitario, del que formo parte. Una vorágine de incertidumbre, caos, cambios de protocolos y malas noticias que aumentó el estrés laboral del colectivo hasta límites insospechados. El drama de las historias que ibas escuchando cada día. La rabia por la inutilidad de la clase dirigente y la premeditada confusión que generan los negacionistas. Esta pandemia que sigue, rebrota y nos pilla, quién lo diría, nuevamente desprevenidos, sin haber hecho los deberes.
Una pandemia que ha arrasado con la cultura, dejándola en un tercer plano cuando sigue siendo muy necesaria; y con el circo, que aunque algunos han podido volver a actuar, la mayoría de los profesionales afrontan una crisis histórica en los meses venideros. El circo sobrevivirá, como siempre ha hecho, pero habrá que ver de qué forma se adapta a los cambios y si muchos se quedan por el camino. Desde aquí intenté aportar un pequeño grano de arena en forma de dos concursos durante el confinamiento para aliviar el encierro y demostrar que el circo no se para, y vuestra respuesta fue extraordinaria.
Curiosamente, 2020 lo recordaré siempre como un año feliz y lleno de ilusión. ¿El motivo? Hace casi dos meses que ya somos cuatro personas en casa y eso, pese a la falta de sueño, hace que todo se vea desde un prisma más positivo. Para rematar el año, en el horizonte cercano se avistan una mudanza, que espero sea la definitiva, unas oposiciones y la defensa de una tesis. Quién dijo miedo.
Como véis, un año tranquilo y reposado, lo que este blog necesitaba. "Y sin embargo, se mueve", que diría Galileo, el número de entradas ha sido similar a los años previos y parece que esta es la velocidad de crucero del blog. Incluso he inaugurado recientemente mi página en Instagram, en plena contradicción con lo escrito en el primer párrafo. Será otra forma más de compartir las cosas que me gustan de forma más inmediata y cuando no tengo tiempo para escribir entradas largas. Espero que lo sigáis también ahí y os guste lo que veáis.
Nos seguimos leyendo por estos lares, que igual más pronto que tarde hay novedades.
¡Salud (ahora más que nunca) y mucho circo!