Pan y circo (panem et circenses) es una expresión acuñada en la Antigua Roma para criticar las medidas populistas ideadas por los políticos de la época para atraer el voto de los pobres: proveer de trigo gratis y ofrecer costosas representaciones circenses.
En tiempos de pandemia puede ganar nuevos significados, incluso unos muy literales, como es el ejemplo de la iniciativa surgida alrededor de Óscar Diéguez, alias Churun. Profesor de malabares de la Escuela de Circo Carampa de Madrid (el que hice una interesante entrevista hace años) y aficionado a la cocina en sus ratos libres, Churun lleva 2-3 años adentrándose en el mundo del pan. Parece algo sencillo o poca cosa, pero a nada que uno rasca la corteza descubre que es un mundo infinito y apasionante. “Comencé porque mi cuñado ya llevaba unos años hablándonos de pan hecho en casa y la masa madre, y luego nos hacía un pan muy bueno. Me gustaba pero tardé unos años en preguntarle el proceso, me recomendó unos libros y ya me fui metiendo”, recuerda. “Así me.....
Ahora, durante este confinamiento, la moda de hacer pan en casa ha llegado hasta tal punto que encontrar levadura o harina en los supermercados se vuelve una tarea casi imposible. Con tanto aficionado y aprendiz de panadero es normal que surjan dudas y que se recurra a quien tiene algo de experiencia en nuestro entorno cercano. Así, a Churun, como profesor que es, le llegaban muchas preguntas sobre el tema, por lo que decidió aglutinar estas dudas y organizar unas “sesiones de pan y circo” entre sus contactos, donde por videollamada realizan reuniones para hacer pan casero en directo. Ha sido un éxito, a tenor de las imágenes con los resultados. “Son reuniones largas, porque son panes con un proceso lento”, explica. “También han servido para recuperar contacto y retomar relaciones con gente con la que no hablabas desde hace años, es muy bonito”, añade.
Hacer pan es todo un arte y su aprendizaje puede tener similitudes con el de los malabares o el circo, como le sucede al propio Churun: “Hay que practicar mucho. Las primeras veces era como cuando te sale un truco, sacas un pan del horno y dices ‘¡Hala!’, una sensación de ilusión y satisfacción tremendas (...). El esfuerzo de hacer una cosa, practicarla, entenderla, comprender las consecuencias de los pequeños cambios del proceso”. Y continúa: “también es muy fácil frustrarse, pruebas cosas una y otra vez, cambias detalles y te sigue sin salir. A veces hay que parar un tiempo y retomarlo pasado un tiempo, con nueva energía e ilusión, como un truco de malabares”.
También sucede como cuando uno aprende a hacer malabares, suele ocurrir que al poco tiempo intenta aprender de todos los aparatos posibles: bolas, mazas, sombreros, palos chinos, diábolo, etc. Para luego centrarse en aquellos en los que le gustan más. Con el pan sucede algo parecido: “al principio sacas dos o tres panes y empiezas a hacer diversos, con semillas, integrales, barras, etc. Pero ves que no terminan de salir, entonces volví al pan inicial y me dediqué a perfeccionarlo y entenderlo unos meses, así comprendí cómo influía cada factor en el resultado, haciendo pequeños cambios (…). Ahora es el pan que más me sigue gustando, el que más hago”.
Para reflejar este proceso de ilusión que evoca el pan, Churun recuerda una anécdota: "el primer pan que hice me tiré toda la cocción mirando el horno con una
silla. En un momento me vi a mí mismo en el reflejo del cristal, me
descubrí muy ilusionado, como un niño pequeño. Esa sensación
de felicidad con algo tan simple como un pan. Si me sale un pan regular,
me acuerdo de esa cara y se me quita la frustración, ya que esto es
para pasártelo bien".
Así como todo el que prueba el circo se acaba enganchando de una u otra forma, esta iniciación y profundización en el pan parece tener los mismos efectos. En cualquier caso, la satisfacción que conllevan puede ser inmensa, así que habrá que mancharse las manos, ya sean con magnesia o con harina.
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En tiempos de pandemia puede ganar nuevos significados, incluso unos muy literales, como es el ejemplo de la iniciativa surgida alrededor de Óscar Diéguez, alias Churun. Profesor de malabares de la Escuela de Circo Carampa de Madrid (el que hice una interesante entrevista hace años) y aficionado a la cocina en sus ratos libres, Churun lleva 2-3 años adentrándose en el mundo del pan. Parece algo sencillo o poca cosa, pero a nada que uno rasca la corteza descubre que es un mundo infinito y apasionante. “Comencé porque mi cuñado ya llevaba unos años hablándonos de pan hecho en casa y la masa madre, y luego nos hacía un pan muy bueno. Me gustaba pero tardé unos años en preguntarle el proceso, me recomendó unos libros y ya me fui metiendo”, recuerda. “Así me.....
Ahora, durante este confinamiento, la moda de hacer pan en casa ha llegado hasta tal punto que encontrar levadura o harina en los supermercados se vuelve una tarea casi imposible. Con tanto aficionado y aprendiz de panadero es normal que surjan dudas y que se recurra a quien tiene algo de experiencia en nuestro entorno cercano. Así, a Churun, como profesor que es, le llegaban muchas preguntas sobre el tema, por lo que decidió aglutinar estas dudas y organizar unas “sesiones de pan y circo” entre sus contactos, donde por videollamada realizan reuniones para hacer pan casero en directo. Ha sido un éxito, a tenor de las imágenes con los resultados. “Son reuniones largas, porque son panes con un proceso lento”, explica. “También han servido para recuperar contacto y retomar relaciones con gente con la que no hablabas desde hace años, es muy bonito”, añade.
imagen de las sesiones de pan y circo |
Hacer pan es todo un arte y su aprendizaje puede tener similitudes con el de los malabares o el circo, como le sucede al propio Churun: “Hay que practicar mucho. Las primeras veces era como cuando te sale un truco, sacas un pan del horno y dices ‘¡Hala!’, una sensación de ilusión y satisfacción tremendas (...). El esfuerzo de hacer una cosa, practicarla, entenderla, comprender las consecuencias de los pequeños cambios del proceso”. Y continúa: “también es muy fácil frustrarse, pruebas cosas una y otra vez, cambias detalles y te sigue sin salir. A veces hay que parar un tiempo y retomarlo pasado un tiempo, con nueva energía e ilusión, como un truco de malabares”.
También sucede como cuando uno aprende a hacer malabares, suele ocurrir que al poco tiempo intenta aprender de todos los aparatos posibles: bolas, mazas, sombreros, palos chinos, diábolo, etc. Para luego centrarse en aquellos en los que le gustan más. Con el pan sucede algo parecido: “al principio sacas dos o tres panes y empiezas a hacer diversos, con semillas, integrales, barras, etc. Pero ves que no terminan de salir, entonces volví al pan inicial y me dediqué a perfeccionarlo y entenderlo unos meses, así comprendí cómo influía cada factor en el resultado, haciendo pequeños cambios (…). Ahora es el pan que más me sigue gustando, el que más hago”.
Otra imagen de las sesiones de pan y circo |
Así como todo el que prueba el circo se acaba enganchando de una u otra forma, esta iniciación y profundización en el pan parece tener los mismos efectos. En cualquier caso, la satisfacción que conllevan puede ser inmensa, así que habrá que mancharse las manos, ya sean con magnesia o con harina.
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