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viernes, 23 de marzo de 2018

Cirqueras. Tercera parte

En esta tercera edición de Cirqueras, tengo el honor de que sea María Folguera, escritora y Directora Artística del Teatro Circo Price, quien escriba el texto introductorio.  Poco más que añadir al texto de Folguera, hoy no tocan vídeos, solo este texto y sus reflexiones. Pronto más ediciones de Cirqueras.

 

Hemos tenido oportunidad de pensar, en las dos entradas anteriores de Malabares en su Tinta, en imágenes de Cirqueras sobre la pista: cómo se han presentado hasta ahora los números realizados por mujeres, cómo las disciplinas y la “puesta en pista” han estado marcadas en su mayoría por cuestiones de género, cómo se introducen poco a poco las aperturas que posibilitan nuevos modelos. Me toca ahora hablar de otros territorios, aquellos que rodean el círculo iluminado por los focos.

Para las que amamos el circo, a menudo existe la tentación de colocarlo fuera del mundo, en una esfera extraordinaria y mágica donde no rigen las duras leyes de lo vulgar. Sin embargo, el circo forma parte de la sociedad y la Historia, la materia y el tiempo. Por ello convive y está atravesado por lógicas culturales. Quienes habitan el circo habitan también modelos sociales; las cirqueras no son solo cirqueras, también tienen que gestionar su relación con conceptos como familia, Estado, afecto, vida laboral, vida artística. He leído hace poco “Circus Love Story” (Ediciones Javier Sáinz, 2010), biografía novelada sobre el romance de Alfredo Codona y Lillian Leitzel, escrito por Pinito del Oro. Cristina Segura utiliza el mito de Lillian Leitzel como contrapunto del relato de su propia vida, resaltando en todo momento a la diva como símbolo de la desinhibición de los años 20, su extravagancia y libertad erótica. Llama la atención, sin embargo, la franqueza con que Pinito describe su propia represión vital, con sorprendentes digresiones íntimas pero valiosas por la sensación de urgencia y trascendencia que transmiten: “Mujeres del mundo, no dejéis pasar nunca el amor como yo hice y ahora lamento”. La sumisión al matrimonio atraviesa el libro como una irónica sombra de tristeza, algo que no sospecharíamos en la fulgurante imagen de Pinito que prevalece hasta hoy.

Vivimos una eclosión cultural de nuevos referentes de mujeres, reflexiones en torno a género y toma de conciencia. Una oportunidad para celebrar la diversidad y presencias que siempre han alimentado el circo, pero no siempre han sido reconocidas. Alguna vez me he descubierto a mí misma diciendo “Es que hay pocas directoras de compañías de circo”: esa frase forma parte de la invisibilización estructural, sería más acertado decir “Hay más directoras de las que parece, y mi manera de dar por hecho que hay pocas demuestra cuánto queda por visibilizar y reconocer”. Este año, por ejemplo, pasarán por el Price directoras de compañía como Sanae El Kamouni (Groupe Acrobatique de Tanger), Marta Gutiérrez (Acroevents, Teacro Circo), Marie Molliens (Cie Rasposo), y directoras de espectáculos como Zenaida Alcalde (“Y ahora qué?” Puntocero Company) o Charlotte Saliou (“The elephant in the room”, Cirque Le Roux). Por no hablar de directoras visitantes en años anteriores, como Shana Carroll, una de Les 7 doigts de la main. Y todos estos ejemplos me valen para abordar la autoría colaborativa, un concepto hacia el que el circo puede hacer una valiosa contribución. Porque Charlotte Saliou dirige The elephant in the room, y Sanae el Kamouni dirige el Groupe Acrobatique de Tanger; pero a su vez las propias compañías se presentan a sí mismas en clave de creación colectiva. Estos proyectos están determinados por la especificidad de cuerpos y talentos que lo conforman, y que no se entienden a sí mismos de manera cerrada e inmutable.



En este año de aniversario oficial del nacimiento del circo por parte de Philip Astley, se especula mucho en torno a Patty Astley, artista y socia. ¿Cuánto aportó Patty al proyecto de los Astley? Es imposible saberlo. Todo lo que digamos estará teñido de nuestro deseo e imaginación; la falta de información ha reducido a Patty a esposa y acompañante del “genio creador”. Esta cuestión pone de manifiesto la manera que tiene nuestra cultura de relatarse a sí misma, a través de autores y autoridades mágicas, prestigiosas, monolíticas, como tótems de piedra. Hablamos del nacimiento del circo como si un rayo hubiera caído del cielo e iluminado a Philip Astley, en una fecha concreta de un año concreto. Si lo pensamos dos veces, seguramente aceptaremos que la creación del género circense se desarrolló a través de ensayos, errores, experimentos y colaboraciones; que fue más bien un equipo abierto y cambiante quien puso en marcha -o más bien continuó adaptando pruebas protocircenses- la forma que llega hasta hoy. Esto no resta mérito a Philip Astley, que supo coordinar y potenciar aquella suma de circunstancias. Pero es importante entender que no pudo ser una tarea solitaria. Me remito a Mary Beard, que en “Mujeres y poder. Un manifiesto” (Editorial Crítica, 2018) revisa cómo nuestro imaginario del poder está marcado por la cultura del líder infalible, desde Roma hasta hoy:

“Hay que considerar el poder de forma distinta; significa separarlo del prestigio público; significa pensar de forma colaborativa, en el poder de los seguidores y no solo de los líderes; significa, sobre todo, pensar en el poder como atributo o incluso como verbo (“empoderar”), no como una propiedad. Me refiero a la capacidad de ser efectivo, de marcar la diferencia en el mundo, del derecho a ser tomado en serio, en conjunto e individualmente”.

 

Aprovechemos este momento de reflexión y celebración de las presencias de mujeres para ampliar nuestra visión de la cultura. Y del circo como clave, imagen reveladora de esta cultura.

jueves, 8 de marzo de 2018

Cirqueras, segunda parte

Qué mejor día que hoy, 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, para continuar con la serie de Cirqueras, en esta ocasión más enfocada a artistas actuales y con una introducción de Raquel Tello, a la cual agradezco mucho su colaboración (para leer la primera parte, haz click aquí).
¿Preparadas? ¿Listas? ¡Ya!



La presencia de la mujer en el circo actual sigue siendo claramente menos notoria; así lo demuestra la cantidad de espectáculos donde no hay o es muy baja su aparición, o la poca cantidad de talleres de gran repercusión impartidos por ellas; pero no me quiero centrar tanto en cuál es su presencia, sino en cómo es dentro del circo ahora mismo. La mujer cirquera ha estado generalmente- aunque quiero recalcar que no siempre- ligada a una imagen en que se ensalzan más los aspectos de un “erotismo delicado” en vez de resaltar su técnica o su nivel. 

Y aunque siga habiendo una mirada todavía tradicional hacia las cirqueras, ha surgido también, desde hace varios años, la idea de desmontar este estereotipo. Porque cuando se te ha etiquetado desde siempre como algo que no eres, llega un momento en que te toca romper con ello. Porque lo personal es político. Y el circo, además de una forma de ganarse la vida, es convertido también en una herramienta transgresora. 

Y ahí reside el cambio de paradigma; aunque todavía no de forma inminente, esta nueva presencia se centra en una nueva forma de mirar el cuerpo de la mujer. Más concretamente, cómo ellas ven su propio cuerpo: es este, con estas características, estos límites, con esta forma de trabajo, con esta rutina. Esto es lo que yo he experimentado y probado con mi cuerpo, y ahora te lo enseño. Antes, mero espectáculo para tu forma de mirar. Ahora, tu espectáculo desde mi perspectiva. Mostrando mi habilidad, mi técnica y mi expresión. Y si quiero, mi erotismo. Así es como han surgido nuevos colectivos y compañías como PDF (portés de femmes), o la de Yäelle Antoine, o la performance mezclada con circo de Angela Laurier, Elena Zanzu y Layla Rosa, todas ellas con un denominador común: romper con el estereotipo clásico de la mujer dentro del circo. Y ya de paso, el de la mujer en general. 

Por supuesto que se sigue dando la imagen más tradicional. Pero que quede claro: cada vez esta imagen tiene menos presencia, o por lo menos el camino va en esta dirección. Ahora la mujer se muestra como siempre ha sido: fuerte, con callos y con nivel en sus números. Con mucho nivel. 

1) Darya Vintilova. Ucraniana, trapecista, veterana artista del Circo del Sol. Probablemente la actuación con más energía que he visto en directo. La capacidad de esta mujer de levantar al público, de transmitir su disfrute por los aires y los saltos que ejecuta hacen que sea una actuación difícilmente olvidable. Ojito a la suelta final.


2) Anni Küpper. Malabarista alemana, conocida en esta casa, donde se le tiene predilección. Anni ha ido forjando un estilo propio, muy centrado equilibrios y manipulaciones de mazas. Siempre presenta creaciones novedosas y suele gustar en escena. Además, ha colaborado con revistas de circo y en el blog se le tradujo un interesante texto sobre las mujeres malabaristas.


3) Ines Brunn. Que su ilustre y malabarístico apellido no lleve a confusión. Ines no hace malabares, hace trucos endiablados en su bici acrobática. Disciplina deportiva de mucha tradición en su Alemania natal, Ines supo darle el toque artístico necesario para lucir esas acrobacias. Además, tiene una curiosa historia personal: hace años se fue a vivir a China para gestionar allí una tienda de bicicletas tipo "fixie".


4) Selyna Bogino. Hija de la mítica antipodista Consuelo Reyes, de la que ya hablamos en la pasada entrega de Cirqueras. Selyna es italiana y, como artista criada en un circo, desde muy pequeña comenzó a destacar en los antipodismos. Su estilo es muy similar al de su madre, pero le añade un punto extra de energía y algunos trucos de muy alto nivel, sobre todo cuando llega la hora de manejar balones de baloncesto.


5) Jatta Borg. Verticalista finlandesa formada en Toulouse. A veces no hay mucho más que decir salvo: nivelazo e investigación. Mejor ver.



6) Marianna de Sanctis. El hula hoop siempre ha sido practicado mayoritariamente por mujeres. En los encuentros de circo es muy fácil ver a decenas practicando. Por desgracia, los números sobre escenario no abundan y suelen ser algo repetitivos. Afortunadamente podemos disfrutar de mujeres como Marianna, empeñada en romper con todo y ofrecer cosas muy novedosas.



7) Marie Molliens. Rasposo es una afamada compañía francesa de circo contemporáneo. La familia Molliens es la creadora, y Marie su principal artista. Multidisciplinar, Marie se atreve con las acrobacias, la barra rusa y los mano a mano, pero donde de verdad asombra es sobre el cable. Que nadie se pierda la posibilidad de verla en directo, es una maravilla de actuación.



Por hoy descansamos, pero hay muchas más cirqueras, no os lo perdáis.