Influencia Magazine es una revista digital dedicada a la música. Además de reportajes y noticias de todo tipo, organiza algunos eventos muy atractivos.
En esta ocasión han decidido hacer una combinación de éxito: música + circo. ¿Y qué mejor combinación que la del grupo Papawanda con el acróbata Wilbur?
Papawanda es una banda madrileña camino de su segundo disco. Su música es animada y divertida, de esas que te obligan a bailar aunque no estés de humor. Contagiosa y pegadiza. Sus componentes sienten, además una afinidad con el mundo del circo, ya que tocaron en el 7º EUCIMA (Encuentro Universitario de Circo de Madrid) y el videoclip de su "canción del sol" está situado en pleno festival circense. Era por tanto inevitable que acabasen realizando eventos diferentes, mezclados con el circo.
Juntarse con Wilbur es ir a lo seguro. Es un personaje disparatado, de vitalidad extrema, siempre arriba. Sus acrobacias y actuaciones llevan a un resultado inevitable: la risa. La carcajada casi constante durante su espectáculo, que va generando un ejército de rendidos fans deseando verle de nuevo.
Ya sabéis, por sólo 6 € podremos disfrutar de una divertidísima noche de música y circo. La combinación ideal para el día 7 de noviembre por la noche, en la sala Moondance de Madrid.
Ocurre que un día, de la forma más inesperada, entre los cientos de actuaciones que has visto, una te marca. Fue en la EJC de Irlanda de 2014, ese día anunciaba el programa que habría una actuación de un tal Darragh McLoughlin, dentro del día irlandés. Con la rutina de un gran encuentro, vas a ver todo espectáculo programado casi por inercia, a ver qué ves. Y llega un artista y lo rompe todo.
Con el recuerdo de aquella actuación que tanto me marcó y tan fija se me quedó en la memoria, me entero que Darragh McLoughlin va a actuar en Madrid. Forma parte de un ciclo de teatro llamado "The best of BE", lo mejor del festival BE de Birmingham, que han tenido a bien en traerlos a Madrid.
Así, recordando las ganas de volver a ver este espectáculo, he acudido al Teatro de la Abadía y me he sentado en mi butaca. Y he vuelto a disfrutar como un enano.
This is a whistle
When I blow my whistle,
you have to close your eyes
When you hear it again,
you may open them
Es una premisa sencilla, como las de las ideas geniales. Suena el silbato y cierras los ojos. Suena otra vez y los abres. En ese lapso en el que estás con los ojos cerrados, en escena suceden cosas, la línea temporal del espectáculo gira, salta y se entrecruza. Es como el espacio que hay entre las viñetas de un cómic, como los anuncios en una serie, la elipsis llevada al máximo. La clave está en que al volver a abrir los ojos, nada es lo que debería ser, el tiempo ha dado un salto hacia delante, o hacia atrás, o ha sufrido un dejà vu, o se ha roto del todo y ante nosotros aparece algo inesperado.
La simple construcción de una hilera con bolas de malabares, se ve interrumpida varias veces por el silbato. El espectador asiste fascinado al camino que va siguiendo esa hilera, y las situaciones absurdas que se llegan a vivir. Darragh juega a eso, a lo inesperado, a manejar el tiempo de forma imprevisible, siempre sacando una carcajada por el descubrimiento al abrir los ojos.
¿Cómo es una rutina de malabares en la que un silbato te obliga a cerrar los ojos en determinadas partes? Pues fascinante. Ese hueco de oscuridad hace al espectador partícipe de su propio espectáculo, uniendo mentalmente en ese intervalo las imágenes que sí se le permiten ver. ¿Y si hago trampas y no obedezco al silbato? Darragh también ha pensado en eso y depara algunas sorpresas.
Como malabarista además nos ofrece unas imágenes muy cuidadas. Desde cosas sutiles formando estructuras temporales con bolas, a trucazos bien manejados. Es la formación que arrastra este irlandés tras su paso por Berlín y por ACAPA (Holanda), su investigación posterior como Squarehead Productions. El resultado mereció se partícipe del Circus Next en 2013-2014, que financia proyectos artísticos diversos.
En definitiva, una de esas obras diferentes, que consiguen sorprender a cada minuto y cuyas posibilidades no parecen acabarse. Bien por ese espacio en negro que lo llena todo entre escenas.
Seguimos con la fantástica crónica de la EJC que tuvo lugar este verano en Bruneck (Italia), redactada por Carlos Such. Ahora más centrada en los espectáculos. (ver aquí la primera parte)
Foto: Luke Burrage
Para
empezar, de nuevo un chapeau
enorme al equipo de programación de espectáculos. No se pecó ni de
un exceso de programación ni cayeron en el error de quedarse cortos.
Hubo
dos grandes galas, aparte de los espectáculos que luego
detallaremos: la Gala de apertura, que se celebró en un escenario
en el centro de la ciudad, tras el concurrido pasacalles; y una Gala
final (tres pases con los mismos números) en el Big Top.
En
la Gala de apertura se vieron muchos y muy buenos malabares: Con
mazas, el suave y cuidado número de Svetlana Zueva; después Anni
Küpper demostrando una vez más estar a un altísimo nivel; un Jimmy
González que levanta al público con su baile y sus malabares de
arcilla; Eric Longequel un poco fallón con su número de diábolo;
de nuevo Eric acompañado de Neta Oren consiguiendo maravillar al
público con un número de movimiento, bolas y lanzamientos
imposibles; un dúo cómico de trapecio, con un toque original por
parte de las Passe Pieds; otro dúo, pero esta vez de diábolo, de
Alexis Levillon y Victor Debouvère que mostraron una estética
clásica con trucazos increíbles; y por último el presentador y
malabarista Jon Udry, que amenizó perfectamente la Gala.
La
Gala final, mucho más variada que la Gala Open, se realizó en una
enorme carpa con escenario circular. De las cosas que más llamaron
la atención fue lo cuidado que estuvo el tema de las luces. Cosa
poco común en este tipo de eventos. Duró algo más de dos horas con
descanso de por medio, y no dejó el listón nada bajo, ¡a ver qué
montan en Almere 2016!
Las
grandes triunfadoras de la Gala fueron Nata Galkina y Lisa Rinne. La
primera, con un número nada clásico de antipodismo. Maravilló no
sólo con su técnica sino con un peculiar personaje que ha trabajado
durante este año en la escuela francesa de Le Lido. Por su parte
Lisa, que entre otros muchos premios tiene una medalla de plata del
Festival de circo Demain (París, Francia), fue la típica
desconocida en el mundo de los malabares que dejó boquiabierto al
público. La verdad es que nadie se esperaba un número de escalera y
trapecio volante tan cañero y arriesgado.
Nata Galkina. Foto: Luke Burrage
Tony
Pezzo no defraudó y abrió la función con su mix de bolas, mazas y
aros. Aunque si tengo que elegir entre uno de los dioses Wes, Patrick
o él, me quedo antes con los otros dos. Jacob
Sharpe mucho mas limpio en escena de lo esperado. Con su personaje
yankee que no se debe alejar mucho de su propia personalidad, llegó
a lanzar hasta cuatro diábolos, aparte de otros trucos que sólo los
diaboleros saben explicar.Olena
y Svitlana es un número imposible de passing y monociclo, o más
bien, de passing en monociclo. Dos jóvenes que apenas rozan la
mayoría de edad y manejan ya un nivel de passing desorbitado. Lanzar
diez mazas subidas en monociclos no parece especialmente sencillo.Aimé
Morales, sobresaliente, como es habitual en él. Y como también
suele ocurrirle, los técnicos de luces se encargaron de estropearle
el número en algún pase. A pesar de ello, numerazo de rueda cyr
para la Gala de la EJC.Miguel
Gigosos volvió a mostrar sus lanzamientos imposibles que sólo él
entiende. Además ahora hace una entrada mucho más bonita en escena
y el número sigue mejorando.
Aimé Morales. Foto: Luke Burrage
Dúo
TAU y Dúo Full House fueron los números más flojos de la gala. Los
primeros hicieron una mezcla de antipodismo y robos con bolas, que no
estuvo mal pero se vieron ligeramente eclipsados por el alto nivel de
la gala. Los segundos, una pareja cómica que jugaban con el
lenguaje y los tópicos mientras hacían robos de mazas y alguna que
otra acrobacia.Stanislav
Vysotskyi, para quien no lo haya visto nunca es un malabarista de
pies. Juega maniatado y maneja los pies mejor de lo que utilizamos
algunos las manos.
El
pseudopresentador fue Gregor Wollny. Fue una apuesta arriesgada de la
organización, ya que no es el clásico presentador que sale entre
número y número, pero lo hizo fenomenal. Tuvo en cuenta que actuaba
en un espacio circular y jugó mucho con ello. Sus intervenciones
fueron cortas y cuidadas, evitando utilizar cualquier idioma para no
perder ni ritmo ni atención.En
definitiva, una gala de altísimo nivel que nada tiene que envidiar
de muchas grandes producciones.
Otros
espectáculos programados fueron la Gala de escuelas, la Gala
italiana, el espectáculo de Cie De Fracto “Flaque” y Mathias
Romir con “Life is short stories”. Quizá la más floja fue la gala italiana, con un nivel por debajo de las expectativas, pero las demás sí ofrecieron espectáculos atractivos.
Olena y Svitlana. Foto: Luke Burrage
La
gala de escuelas es algo atractivo que estaría bien mantener en
futuras EJC’s. Me parece interesante poder ver números muy
distintos, cada uno con su toque personal y con el sello de su propia
escuela. Todos ellos reunidos en un espacio de intercambio poco
acostumbrado a ver este tipo de creaciones noveles.La
gala, a pesar de tener varios altibajos mantuvo un buen ritmo. De
ella destacamos que hubo dos números de españoles, el de Daniel
Tamariz representando a Carampa y el de Máximo Pastor por la escuela
belga ESAC. Sin embargo, fue Lucas Castelo, de Le Lido (Toulouse)
quien se llevó la ovación de la noche con su número de bolas.
Mathias
Romir encandiló al público con su creación. Pequeños y cuidados
detallitos audiovisuales se entremezclan con los malabares y la
manipulación. Una auténtica delicia de espectáculo que el público
agradeció ver.
Por
su parte, Cie. De Fracto vivió sensaciones muy diferentes en los dos
pases que hicieron de Flaque. En la primera, -la que yo vi- se vivió
una especie de supervivencia escénica. La temperatura de la carpa
alcanzó los cuarenta grados; mucho público no aguantó el calor y
fueron constantes las entradas y salidas a la carpa. Todo ello
mientras Guillaume y Eric aguantaban estoicamente en escena. La
segunda función, mucho menos extrema, levantó al público e hizo
quitarse a los artistas la espinita del primer pase.
Pero
antes de terminar no podemos olvidar muchas de las cosas que
ocurrieron en la EJC 2015, como las descafeinadas olimpiadas en las
que ni tan siquiera pudimos disfrutar del equilibrio de maza,
gladiator y otros clásicos; o la asentada Batalla de diábolos que
Wis y compañía montan con todo el cariño y cada año coge mas
forma; el entretenido y bien recibido pasacalles por el centro de la
ciudad que siempre deja atónito al público local funcionó una vez
más aquí; o la Fight night, que ya es un macroevento al más puro
estilo televisivo, en la que por primera vez -que yo recuerde-, no
ganó Jochen. Y por supuesto, una gala de fuego en el centro del
pueblo en la que no cabía un alma.
En
resumidas cuentas, ojalá se mantenga este nivel organizativo en
Almere 2016 y podamos seguir disfrutando de este tipo de encuentros.
Gracias
Bruneck.
¡Larga
vida para las EJC!
Lanzada. Foto: Luke Burrage
Si queréis ver el magnífico álbum de fotos de Luke Burrage, haced click aquí.
Por desgracia este año me perdí la 38ª EJC, que se celebraba en Bruneck (Italia). Para mayor desgracia, todo el mundo que fue coincide en que fue una gran EJC, por organización, por espacios, calidad, etc. Menos mal que hay buenos amigos como Carlos que se curran una crónica para que todos los que nos la perdimos la podamos disfrutar. Esta es la primera de dos partes, espero que os guste tanto como a mí y se os pongan los dientes largos. Sí, han pasado ya 3 meses pero, ¿qué más da? se disfruta igual. Mil gracias Carlos.
Esta EJC (convención europea de
malabaristas) llegó de rebote y menos mal que rebotó, porque ¡vaya
encuentrazo! Recordamos
que hace algo más de un año, en la convención europea celebrada en
Millstreet (Irlanda), no estaba nada claro que en 2015 fuera a haber
una nueva EJC. Varias ciudades habían asumido la organización, pero
por unas razones u otras, tuvieron que abandonar el proyecto.
En
aquella reunión en tierras irlandesas, peligraba por primera vez una
EJC, ya que desde hace más de treinta años llevan celebrándose
ininterrumpidamente. Pero un grupo de gente propuso a Brunico (Bruneck en alemán) como única esperanza. Nadie sabía dónde
localizar aquella pequeña ciudad y nadie daba un duro por ellos/as
teniendo únicamente un año para organizar semejante marrón. La
cuestión es que finalmente se le dio una oportunidad a aquel equipo,
aún sabiendo que podría convertirse en la EJC mas chapucera de la
historia.
Durante
ese año de organización, desde fuera, no daba la sensación de que
fuera a ser un gran encuentro, ni mucho menos: la promoción que
hicieron fue mas bien escasa -un único vídeo no demasiado bien
editado en el que mostraban las instalaciones-, poca información y
promoción del evento, precios altos y condiciones que, hasta ahora,
nunca habíamos visto.
Por
las redes sociales lanzaron una noticia que advertía de que si en febrero no se alcanzaba la cifra de 1500 preinscritos, Bruneck no
celebraría ningún europeo de malabares. Pero lo lograron, y
siguieron con su sigilosa organización.
Días
antes de la celebración el panorama no era muy prometedor. Precios
desorbitados sobre todo para malabaristas residentes en países como
España, Portugal, Grecia, etc. En los que su SMI (Salario Mínimo
Interprofesional) es dos o tres veces más bajo que el de muchos
países del centro y norte de Europa. Y que además cuentan con el
hándicap
de tener que desplazarse hasta el lugar de celebración, que para más
inri, suele ser cerca de dichos países pudientes. Bueno, esto es una
reflexión que deberá hacer la EJA si quiere abrir las próximas
EJCs a muchos más países, y no quedarse únicamente con un público
muy “concreto”.
Además,
a falta de dos días de que comenzase el evento, el tiempo tampoco
prometía acompañar, anunciaron que el parking de caravanas estaría
situado a más de diez o quince minutos del recinto principal, aún
no se sabía nada de la programación de ninguna de las galas...
Puede decirse que olía a chapucilla de evento para salvar los
muebles.
Una
vez allí nos dimos cuenta de que no es mierda todo lo que no reluce.
Los
paisajes que rodeaban Brunico eran increíbles, una localización
espectacular para un evento como la EJC. Las carpas, las justas (nada
de abusar para que luego no se utilicen y den la sensación de
abandonadas), bien distribuidas y a las que, puestos a pedir, sólo
les faltó algún sistema para combatir el duro calor del mediodía. Concretamente
contaron con:
Una
Big Top donde se celebraron las actuaciones de Mathias Romir, Cie De
Fracto, Italian Show, School Gala y la Gala Final.
Un
bar Tent, donde había música en directo, DJs y cabarets a la hora
de comer.
Una
pequeña carpa de circo para niños y niñas.
Una
carpa renegade, donde se realizó el Check In y la Diábolo Battle.
Las
instalaciones de Bruneck puestas a disposición del encuentro eran
sencillamente espectaculares. Se nota que Brunico está localizada en
el norte de Italia, es la "otra Europa", que no escatima en cultura,
juventud, deporte, servicios públicos y este tipo de “tonterías
sin importancia”.
Contamos
con cuatro gimnasios con todo tipo de comodidades. No el típico
gimnasio abandonado que está que se cae. Sí, ese que ceden a los
encuentros celebrados aquí en España. Uno de ellos era utilizado
exclusivamente para acrobacias, otros dos, anexos entre sí, eran
utilizados sobre todo por malabaristas -pero hay que reconocer que el
tufillo a pies sudados lo hacía poco habitable-. Y por último, uno
enorme donde se compartía espacio con las disciplinas aéreas y
donde se celebraban los Open Stages.
Eso
sí, todo muy bien organizado, muy limpio y con todo tipo de
detalles. Probablemente ésta haya sido la única EJC de la historia
en la que uno se haya podido duchar cada día en un baño diferente
y donde, entre jabones con el logo de la EJC, no haya tenido que
esperar ni un segundo para entrar al baño.
En
cuanto a la zona de acampada, también muy recogida y muy bien
planteada. Con un gran espacio para fregar y cocinar en el centro de
las instalaciones.
Los
talleres mas diversos que nunca. Bien planteados desde el principio
en un enorme y bonito panel de pinzas; donde para anunciar un taller,
se coge un cartoncito, se le pone un bonito sello cirquero de la
disciplina del taller y se engancha en una pinza. Además, el hecho
de diferenciar los pabellones por temáticas también facilitó la
complicada tarea: “encuentra tu taller”.
Saliéndonos
un poco del recinto, de forma anexa a éste, se encontraba la zona
del UFO. Una especie de centro social juvenil con mucha programación
y una bonita cafetería. Esta verde y relajante zona se utilizó para
instalar un montón de slack
lines, y para hacer
más distendida la práctica de los malabares.
Tampoco
podemos olvidar la organizadísima zona para cargar móviles, en la
que voluntarios/as hacían turnos para poner a cargar los móviles y
cuidar de que no se perdieran.
En
cuanto a los “peros”, habría que destacar el raro horario de los
traders.
La organización debió de ser la única que entendió los beneficios
del horario cambiante de aperturas de las tiendas. Abrían pocas
horas y cuando el sol más apretaba. Lo que provocaba el absurdo de
tener que hacer menos esfuerzos por aprender a hacer malabares, que
por ir a comprar a los puestos.
Por
supuesto, no nos podemos olvidar de la impactante tienda de
merchandising, que sí estaba abierta casi todo el día. Allí
tenían enormes máquinas de coser que bordaban el logo de la EJC en
cualquier prenda que llevases o que tuviesen allí mismo a la venta.
Eso sí, los precios: nivel nórdico.
Pero
ya vale de hablar de la maravillosa logística. Pasemos a la
programación de espectáculos, que en el fondo es uno de los
aspectos más interesantes...
Para ello tendremos que esperar a la próxima entrada sobre la EJC 2015, ¡no os la perdáis!
Durante dos fines de semana consecutivos de septiembre, uno de ellos coincidiendo con las sonadísimas elecciones catalanas, el Teatro Circo Price programó dos espectáculos de compañías catalanas: Rhum y Circ Pistolet.
Rhum es el proyecto único y especial de Rhum & Cía. Rhum no es otro que Enrico Jacinto Sprocani (1904 - 1953) un famoso payaso francés que acabó muriendo solo en su cama del hospital, víctima de un cáncer. Joan Montanyès "Monti" quiso hacerle un homenaje y creó, junto a Martí Torras, un espectáculo para recordar su figura. Por desgracia, Monti falleció antes de que pudiera ver la luz, también por un cáncer. Con ayuda de los familiares y amigos de Monti, Torras reescribió la obra y la adaptó para que acabara siendo un homenaje doble, a Rhum y sobre todo a Monti. Joan Montanyès no sólo fue un importante payaso, sino que fue el primer director artístico del nuevo Circo Price, de 2006 a 2008. Se convierte entonces esta obra, representada en este lugar, en un emotivísimo evento que lo que consigue es homenajear a todos los payasos.
El hilo es simple: una compañía de payasos sin trabajo a los que les sale un bolo para el día siguiente. Sólo hay un problema: falta Rhum, y es imposible de sustituir. Guillem Albà "Wilha" y Roger Julià "Giuliani" son dos augustos con más buena fe que acierto, siempre divertidísimos. Pep Pascual "Peppino", es un Harpo Marx polifónico. El carablanca Joan Arqué "Señor Arquetti" intenta poner orden en ese desastre, manteniendo bien el desagradecido papel que le toca. Por último Jordi Martínez "Señor Martínez" tiene la difícil tarea de sustituir a Rhum, idea que cada vez le va convenciendo menos.
Con la estructura tradicional de una compañía de payasos, Rhum es un espectáculo de 90 minutos en los que revisitan entradas clásicas y crean algunas nuevas con bastante acierto. El gusto por respetar la música y las canciones, médula ósea del clown, se agradece. Quizá en algún momento uno pueda pensar que la cosa se está alargando, pero es entonces cuando aparece la entrada de la cena, en la que Wilha, haciendo de camarero borrachín, está soberbio (previamente ya conquistó al público con sus muertes contemporáneas). El alegato final en defensa del payaso en la sociedad, dialogando Martínez con el propio Monti en off es un broche ideal para este gran homenaje que divierte y emociona a todas las edades. Por algo fueron reconocidos como el mejor espectáculo de payasos en los premios Zirkólika 2014.
"Mira, no sé por qué te empeñas en no volver a hacer de payaso. Ser
payaso no tiene nada que ver con la palabra con la que se insultan los
políticos hoy en día. Los payasos siempre hemos sido como una especie de
médicos, de chamanes para la gente: les curamos del aburrimiento, de
las preocupaciones ,de las tristezas.... Somos como un hermano mayor
para ellos, y ellos son nuestra familia, nuestra única familia. Y tú eres como el hermano pequeño."
Incert es el espectáculo largo de la compañía Circ Pistolet. Es el caos y el orden a la vez. Un colectivo de 6 artistas en perpetuo movimiento sin un fin muy definido, pero decididos. Puro circo contemporáneo, donde la acción no cesa y siempre hay más de un foco de atención, donde el escenario se monta y desmonta por los propios artistas y donde todos parecen saber hacer de todo. En poco más de una hora da tiempo a que todos saquen sus mejores cualidades, ya sea en la contorsión (Anna Torne), los diábolos (Albert Ubach) o las verticales (Enric Petit). Todo trufado de banquinas y torres al más puro estilo XY, a cargo sobre todo de Tomàs Cardús, Rat Serra y Joan Ramón Graells. Impresionante la polivalente acróbata Rat Serra, quizá con un papel menos lucido pero que tan pronto es ágil, como portora, como se deja lanzar por los aires en el cuadrante. Las figuras de verticales de Enric Petit son de un gran nivel, aunque a veces algo desapericibidas entre la maraña de estímulos simultáneos.
Incert son 60 minutos sin descanso, todo un derroche visual y físico para un público que ya no sabe qué más le puede sorprender, dónde estará la siguiente acción. La compenetración es patente, lógico sabiendo de su pasado formativo común en la Rogelio Rivel, respiran y disfrutan al mismo tiempo. El nivel conjunto e individual es altísimo y han sabido lucirlo y aglutinarlo de forma coherente, pese a su falta de sentido superficial. Que la mayoría del público acabara en pie no es por casualidad.