Es una fría
noche del invierno parisino. Jimmy González (Bosost, Lleida, 1992)
acaba de actuar en las semifinales del la 36º
Festival du Cirque de Demain. Ha presentado un precioso número en el
que hace malabares con arcilla. Contrasta su menudo cuerpo con la
imagen de fuerza que transmite haciendo malabares. Está contento con
su actuación, su tímida sonrisa se escapa durante toda la
entrevista, al igual que el sutil acento francés que acompaña a sus
palabras. Aún no sabe que al día siguiente le será entregada la medalla de oro del prestigioso festival.
¿Cómo empiezas a hacer malabares?
Yo nací en Bosost, un pequeño pueblo del Valle
de Arán, de unos 800 habitantes. Mi padre es francés y mi madre es
española, durante la semana iba a estudiar a Francia a un internado
y los fines de semana volvía a España. A los 7 u 8 años, me enseñó
malabares un payaso que se llama Rufi. Después empezamos a hacer
espectáculos juntos por el Valle de Arán. Rufi
hacía el payaso muy bien y juntos nos divertíamos mucho. Ibamos por
los pueblos con un show llamado "Sonríe por narices",
llegamos a ir al festival de Tárrega.
Nadie más en mi familia hacía
nada relacionado con el circo. Mis padres tienen un restaurante.
¿Qué disciplina te gustaba más al
principio?
Al principio hacía de todo, mazas,
palos chinos, diábolo, cariocas, monociclo, zancos... Mi elemento preferido
son las bolas, son muy puras, muy simples. Es con lo que empecé y
con lo que más identificado me siento.
¿Cómo acabas dedicándote al
circo?
La verdad es que mis padres siempre me
han apoyado muchísimo, desde el principio. Me llevaban a los
espectáculos de circo que había cerca, me llevaban a Tárrega, me
llevaban al Circo del Sol o a Francia a ver espectáculos
contemporáneos. Lo hacían para que me diera cuenta de los
diferentes estilos que había. Me dijeron que si quería hacer circo,
adelante, pero que lo conociera bien.
Después de los espectáculos de calle,
a los 13 o 14 años, dedicaba muchísimas horas a entrenar y ver
vídeos en Internet. Decidí que me iba a dedicar al circo y dejé el
esquí de competición, mi otra afición entonces. Entonces decidí
ingresar en una escuela de circo llamada Châtellerault, donde se
compaginan los estudios de secundaria con la formación circense. La
verdad es que allí descubrí el resto de aspectos del circo, fue una
formación muy completa durante 3 años.
¿Cómo llegas a Montreal?
Ya en Châtellerault tenía la ilusión
de acabar en la Escuela Nacional de Circo de Montreal. Tenía también
muchas ganas de salir de Francia, de conocer otras formas de ver
circo. Sabía que en esa escuela se fijan muchas grandes compañías
y que era una buena oportunidad de hacer cosas más comerciales
mientras te centras en proyectos más pequeños y personales. Y es lo
que así sucedió.
Allí además tuve la suerte de hacer
muchos amigos y de conocer a mi novia (Erika Nguyen, acróbata y
aerialista). Con otros 4 amigos formamos la compañía “Et des
hommes et des femmes” al terminar en la escuela y presentamos un
espectáculo. Estoy muy contento con la formación y la experiencia.
En tu número combinas malabares con
bolas y danza, ¿cómo lo defines? ¿Crees que es más de danza o de
malabares? ¿Cuál pesa más?
Yo creo que soy más malabarista que
bailarín, sobre todo porque tengo más control de los movimientos,
es lo que he hecho más años. La danza me encanta, disfruto mucho
del movimiento, estoy intentando aprender más danza, controlar bien
mi cuerpo como un verdadero bailarín. A la mayoría de los artistas
de circo que nos gusta la danza nos gusta movernos, por eso también
a muchos bailarines este tipo de circo les gusta, porque hay mucho
movimiento.
Los dos se completan y complementan.
Aunque en mi caso son los malabares los que me llevan a bailar y no
al revés, aunque van muy juntos
Para mí la mayor inspiración en este
sentido ha sido Stefan Sing. De pequeño admiraba a Viktor Kee, pero
si hago danza y malabares es por Sing.
¿Crees que un número debe cambiar
siempre? ¿Existe un miedo a fijarlo?
Depende. Puedes hacer un número y
dejarlo como está y luego hacer otros, o puedes ir cambiando el que
ya tienes. Yo tengo mi número de bolas y ahora he creado este de
arcilla. Si tuviera que hacer un número nuevo de bolas sería
completamente diferente. Las pequeñas cosas siempre van cambiando.
Aunque en el conjunto, ese número de bolas lo siento como completo.
Siempre va a evolucionar, porque los movimientos cambian, la técnica
mejora, las sensaciones...
Ahora la gente ya no quiere guardar una
estructura fija en un número. No tiene mucho sentido. Si la vida
cambia tu número también tiene que cambiar. Si a la gente le ha
gustado y quiere volver a verlo, será el mismo número, pero
evolucionado. Esa evolución gustará a unos y a otros no, depende.
En tu número de bolas combinas
mucho la estética, pero guardas mucho de técnica de bolas, que a
veces se olvida.
Fue uno de los motivos de irme de
Europa. Me encanta bailar, moverme, hacer malabares de esa forma no
tradicional. Pero siempre he trabajado mucho la técnica. Allí en
Montreal creo que se consigue combinar las dos partes de la mejor
forma. Es una buena forma también de que sea más accesible a la
gente, así llegas al público que le gusta el contemporáneo y a los
que prefieren algo más técnico.
¿Piensas en un publico al crear o
guardas cosas para ti?
Se piensa en el público, sobre todo en
trabajos concretos, pero cuando creo uno sin objetivos lo hago para
mí. Este del Demain ya sabía cómo iba a ser más o menos, porque
tenía un objetivo. Si tengo que hacer un número simplemente porque
me apetece, será más para mí.
Aquí has presentado un número de
malabares con arcilla. ¿Cómo nace la idea?
La idea empezó en Chatelerault, ví un
número de danza donde los bailarines iban tirando arcilla por todos
los lados y me gustó la idea. En Montreal en segundo año, trabajé
durante 2 o 3 meses en un número con arcilla, para divertirme.
Cuando acabé la escuela, fui con los 7 Dedos de la Mano a Nueva York
y les encantó la idea. Creé un número para ellos, no tanto para la
escena, era más para animación, no me lo tomé tan en serio, era
para divertirme. Cuando quise venir a este festival, propuse las
bolas, pero no estaba permitido porque ya había participado en el
Festival Sol y Circo de 2013 (donde también ganó la medalla de
oro). Les dije "tengo otro número con arcilla, que dura 2
minutos y ya hice en The Box, un poco erótico", les envié el
vídeo y les propuse que si aceptaban que les haría un número más
largo, de 5-6 minutos, más técnico. Y es lo que he hecho estos dos
últimos meses. La verdad es que estoy muy agradecido, ellos creyeron
en mí sin haber visto el número. Las últimas dos semanas han sido
un poco locura de ensayos. Sólo lo había visto mi novia. Ayer lo
presenté y tengo que decir que aún no sé dónde estoy con el
público en este número.
Ha gustado, te lo puedo confirmar.
Qué bien. La verdad es que es
versátil. Quiero continuar con esta idea, antes no estaba seguro,
ahora sé que puedo continuar. La arcilla lleva la técnica más
lejos, la imaginación de la gente más lejos.
Tienes un currículum impresionante
para alguien de 23 años.
La verdad es que he tenido mucha
suerte. He podido trabajar con las tres grandes compañías
canadienses (Cirque Eloize, Cirque du Soleil y 7 Dedos de la Mano),
en cada una con un formato distinto: espectáculos, eventos
corporativos, animaciones, etc. Lo cierto es que estas compañías se
fijan mucho en los alumnos de Montreal, es cómodo para ellos. Yo
encantado porque me gustan mucho estas compañías, pero también
tengo ganas de trabajar por mi cuenta.
¿Has pensado moverte por España?
No estamos acostumbrados a tu estilo.
Sí, tengo muchas
ganas. Estoy ahora mismo en contactos con The Hole, para un
espectáculo donde poder integrar mi número con la arcilla, de tipo
más erótico. La verdad es que me gustaría actuar aquí, empecé en
el circo en España y es a España a quien he representado en el
Festival Cirque de Demain, aunque tenga acento francés (risas). Me
gusta la idea de abrir el mercado fuera de Francia y Montreal. Me
gusta mostrar donde se haya visto menos el circo contemporáneo.
¿Qué proyectos tienes a corto
plazo?
Estoy abierto a
muchas propuestas. Tengo ganas de hacer algún dúo con mi novia.
Queremos probar nuevas cosas, ver diversas formas de circo y
participar en ellas. También tengo muchas ganas de aprender más
danza. Me encantaría ir un año con una compañía de danza.
Aparte del circo, ¿tienes otras
aficiones?
Me gusta mucho cocinar, viajar, la
música [toca la guitarra y el chelo]. Me gusta montar en bici por la
ciudad y las cosas simples como ir al mercado. Mi novia me ayuda
también a alejarme un poco y que no sea todo 100% circo.
¿Qué es para ti el malabarismo?
Para mí es la manera de mirar adelante
a la vida, me da ganas de mejorar. Me permite sorprenderme y
evolucionar. También me permite enseñarle a la gente que no sabe
las cosas que puede llegar a hacer el cuerpo humano, además de ser
bonito y alegre. Espero que los malabares enseñen a la gente a
disfrutar y a valorar las pasiones de la vida, que son las que te
permiten avanzar.
ACTUALIZACIÓN AGOSTO 2015:
Jimmy actualmente vive y trabaja en Alemania. Este año ha participado en Quilombo, un espectáculo del Cirque Bouffon, en Urbanatrix y en espectáculos en el Café Hahn. Todo conseguido tras su actuación en París y en todos ha podido participar su compañera Erika, tal y como él deseaba.
El próximo fin de semana del 19-20 de septiembre actuará en Montjuïc, con motivo de las fiestas de la Mercè en Barcelona. A partir de enero participará en el espectáculo The Hole en el Casino de París. Un calendario de ensueño para un malabarista humilde al que la vida sonríe sin cesar.
ACTUALIZACIÓN AGOSTO 2015:
Jimmy actualmente vive y trabaja en Alemania. Este año ha participado en Quilombo, un espectáculo del Cirque Bouffon, en Urbanatrix y en espectáculos en el Café Hahn. Todo conseguido tras su actuación en París y en todos ha podido participar su compañera Erika, tal y como él deseaba.
El próximo fin de semana del 19-20 de septiembre actuará en Montjuïc, con motivo de las fiestas de la Mercè en Barcelona. A partir de enero participará en el espectáculo The Hole en el Casino de París. Un calendario de ensueño para un malabarista humilde al que la vida sonríe sin cesar.
Jimmy González (d) recibiendo un premio de manos de Viktor Kee |