Vasyl (o Vasily)
acaba de evaluar a unos aspirantes a la escuela de Carampa del año
que viene. Me recibe con un saludo rápido, poco expresivo, y nos
dirigimos a los camerinos. En un ambiente íntimo, entre trajes y
espejos, Vasily se va encontrando más cómodo. Habla con un marcado
acento del Este, conjugando de forma particular los tiempos
pretéritos. Es directo, con tono firme, mueve las manos y mira
fijamente, reclamando la atención a su discurso contactando
físicamente con el interlocutor. Así rememora sus inicios y su
formación circense en la URSS, habla de viajes, de su llegada a
España, de Carampa... En definitiva, habla de circo, su vida.
Los
primeros años
Vasily
nació un 24 de febrero de 1959 en la pequeña ciudad de Yalta (Crimea,
antigua URSS, hoy día recién anexionada a Rusia tras 22 años de
pertenencia al territorio ucraniano). Pasó una buena infancia y ya en
el instituto se dio cuenta que había ciertas materias que no eran lo
suyo. “hay gente buena, muy buena y estúpidos, yo soy de los
terceros. Me gustaba el deporte, el arte, la música, la geografía y
la historia, para el resto había que concentrarse mucho”, resume
Vasily.
En
su ciudad había una carpa que durante los veranos acogía
actuaciones circenses, cosa que la convertía en un gran atractivo
para los adolescentes del lugar. Fascinados por los acróbatas y
payasos, Vasily y un amigo fueron un Club de Circo formado en la Casa
de la Cultura de Yalta. Allí daban clases artistas jubilados del
gran Circo de Moscú, como los profesores Anatoly Mitrofanov y Raisa
Dulierova. “Con 13 años comenzamos los primeros pasos con nivel
profesional, partiendo siempre desde afianzar los conceptos básicos:
postura, movimientos, equilibrio, etc”.
Vasily (con boina) posando junto a sus primeros profesores. Club de Circo. Yalta, 1981 |
Así
inició su aprendizaje en acrobacia, clown, malabares, danza,
verticales y trapecio. Formaron una compañía que giraba con un
espectáculo por la URSS. “Alcanzamos un gran nivel, viajábamos
mucho”. Un verano pasaron nuevamente los artistas del Circo de
Moscú por Yalta, y su profesor le dijo a Vasily que tenía que ser
ambicioso y solicitar entrada a la Escuela. “Tenía muchas ganas,
pero también me recomendó que esperase a hacer el Servicio
Militar”. Aún así hizo las pruebas a los 17 años, pero fue
rechazado. A los 18 fue destinado a la marina durante tres años, donde también pudo seguir
actuando puntualmente.
Vasily, en equilibrio, en el Club de Circo. Yalta, 1981. |
A
su vuelta a Yalta volvió al Club de Circo. “Volví a hacer las
pruebas para Moscú, pero fracasé por segunda vez”. Así que se
quedó en casa, vinculado al Club de Circo, pero trabajando como
albañil, en el mantenimiento y los decorados de unos estudios de
cine. “Ya por tercera vez intenté ingresar en la escuela en 1982.
Tenía 23 años y no me admitieron porque decían que había pasado
la edad máxima para cualquier disciplina, 22 años”, recuerda
Vasily.
Tras
una protesta y hablar con un profesor consiguió mostrar sus
habilidades y ser admitido. De los cuatro años de formación, pudo
hacer los dos últimos, pero examinándose de las asignaturas de
primero y segundo también. “Fueron dos años muy duros,
básicamente dormía en la pista y comía un bocadillo entre clase y
clase”, aclara Protsenko. Durante ese tiempo, además de los
conceptos básicos de las artes circenses, aprendió también
variedades como claqué, pantomima, danza y a tocar el trombón.
Vasily (derecha) en una actuación en la Escuela de Circo de Moscú. 1982-84 |
“Con
un compañero monté un número final de payasos y acróbatas, lo
presentamos ante un jurado muy serio, que consistía en 25
autoridades políticas”. Eran años donde el circo era un arte
mayor en la Unión Soviética, algo tomado muy en serio. Vasily lo
explica: “estaba muy bien considerado el circo soviético en la
sociedad. Había 84 circos estables en la URSS entonces, y en verano
30 más. Era una fábrica de artistas, y nos trataban muy bien. En
las giras teníamos hotel para los artistas y acompañantes”. Y
trata de hacer ver lo grande que era entonces el circo y esa escuela.
“Era una fábrica. En Rusia había una lista enorme de artistas que
no puedes imaginar, de gran nivel. Yo tuve profesores que salían en
los libros de historia del circo”.
Pasaron
los exámenes y en 1984 se gradúa en la Escuela Estatal de Artes
Circences y Variedades de Moscú, como acróbata excéntrico y
payaso. Ese mismo año ingresan en la Compañía Estatal de Circo de
Moscú, con quienes trabajaría hasta 1995.
Vasily (izquierda) posando antes de su número final en la Escuela de Circo de Moscú. 1984 |
Vasily (en el aire) durante el número de graduación. 1984 |
Con
la compañía viajó por todo el mundo: Rusia, Australia, Venezuela,
Paraguay, Chile, Puerto Rico, Portugal... Siempre con su número de
payasos y acróbatas excéntricos, primero con un compañero y
después con su mujer, Larisa. Era parte del equipo de creación de
los números y uno de los principales payasos. Incluso llegó a tener
un número de trapecio cómico vestido de mujer, pero tras dos caídas
en el 87 y 88, se lesionó la columna cervical y decidió dejarlo y
dedicarse al resto de actuaciones.
Vasily (abajo), durante una actuación en Australia. 1993 |
Su
llegada a España
”Cuando
estábamos en Lisboa, en 1994, contactó con nosotros el Gran Circo Mundial a través de un agente, pedían payasos”. Así que Vasily
fue con su mujer, Larisa, también de Yalta y con la que tenía un
dúo de payasos, y fueron a Madrid durante un mes a hacer las
pruebas. Mostraron su número, en el que también ofrecían
malabares, equilibrios, monociclo, instrumentos musicales, etc; así
que Jose María González les ofreció un contrato por un año.
“Firmamos inmediatamente, ya no estaba tan a gusto en el Circo de
Moscú. Se notó mucho la caída del Muro de Berlín y la
desaparición de la URSS. El circo y la cultura bajaron mucho, fue un
desastre para todo el arte, la corrupción llegó a todas partes”,
explica Vasily. “Además, Crimea pasó a ser ucraniana y yo adquirí
esa nacionalidad, por lo que se complicaban los trámites para
renovar mis contratos con el Circo de Moscú”.
Vasily y Larisa durante una actuación en el Gran Circo Mundial. 1995 |
Así
llegaron Vasily y Larisa Protsenko por primera vez a España, con el
Gran Circo Mundial, el único de aquella época con capacidad para
contratar extranjeros de nivel. “Hacíamos entradas entre actos,
para nosotros fue algo diferente, ya que nunca sabías cuánto tiempo
tenías que estar en pista en cada entrada. Se nos daba bien y creo
que gustábamos al público”, recuerda. También se extrañaba de
las costumbres españolas, como la siesta. “Hubo cierto choque
cultural y culinario. A mí me sorprendía mucho que la gente
durmiera la siesta y que de tres a cinco no pudiera ensayar porque
hacía ruido”.
Pero
no todo fueron buenas experiencias. “No estábamos a gusto con
algunos de los ayudantes del director del Mundial, trataban a la
gente mal. Con González no hubo problemas, pero durante la gira con
el Mundial yo aún no tenía el permiso de trabajo en mi poder, se lo
habían quedado ellos. No podía demostrar que residía legalmente en
España”. Se queja Vasily. Pero la historia tuvo un buen final:
“conseguimos el contacto del Departamento de Extranjería, justo el
día que acababa nuestro contrato y regularizamos nuestra situación.
Tras acabar con el papeleo, como nos habíamos ido sin avisar, uno de
los ayudantes estaba intentando sacar por la fuerza nuestra caravana
del Circo, gritándonos”, recuerda ahora entre risas el artista.
Vasily y Larisa junto a unos niños en la primera carpa de Carampa. Madrid, 1996 |
Durante
su estancia en el Mundial habían hecho amistad con el malabarista
Rafael de Carlos, por aquel entonces habitual de una joven Carampa (la carpa de circo de la Asociación de Malabaristas). Junto a él
llegaron al recinto, a pedir un sitio para poner la caravana mientras
buscaban nuevos contratos en otros circos. “Como pasaban las
semanas y nos aburríamos empezamos a ayudar en el mantenimiento de
la carpa, y a los pocos meses nos ofrecieron contrato para un curso
con niños, así que nos quedamos hasta el día de hoy”.
Actualmente sigue actuando ocasionalmente con su mujer, Larisa, con
su dúo de clown clásico bajo el nombre Duo Vasilis, escuela de
circo de Moscú, tarea que compagina con sus clases en Carampa.
Ser
profesor
Vasily
ya había comenzado a dar clases casi desde sus inicios como artista
de circo. Ya en el Club de Circo ayudaba en el aprendizaje de los
nuevos alumnos. Tras formarse en la Escuela de Circo de Moscú, adquirió una
base muy completa en muchas disciplinas, sobre todo las clásicas.
Actualmente es profesor de verticales, equilibrios y clown en la
Escuela de Circo Carampa (Madrid), siempre siguiendo las directrices
de la rígida escuela soviética. “Para mí los alumnos son mi
proyecto vital, así mi experiencia se perpetúa, pero hay que
construir la casa desde los cimientos, y edificarla con mucho trabajo
hasta llegar al tejado”.
El
circo en la actualidad
“Cada
vez hay más interés por el circo en España, hay más nivel, más
preparación y más competitividad, es una buena noticia”. Aunque
para Vasily hay un gran pero: “el arte sin ayuda del gobierno es
muy complicado de desarrollar, si queremos mantener el nivel
necesitamos esas ayudas, y con la crisis es todo cada vez más
difícil”.
Vasily y Larisa durante una actuación en Madrid. 1998 |
Se
muestra rotundo cuando se saca a la luz el tema del circo
contemporáneo. “El circo moderno no existe, la palabra circo
lo engloba todo. ¿Es el Soleil un circo moderno? No, es el circo
clásico pero con otros trajes. Guy Laliberté es muy listo, quitó
los animales no por el tema de derechos, sino porque moverlos es caro
y complejo”. Incluso se muestra crítico con la corriente más
teatral, “es muy fácil decir que eres circo contemporáneo porque
actúas en vaqueros y la camiseta de la tienda de la esquina, el
circo es arte, no la vida cotidiana”.
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Foto de final de curso de los alumnos de la promoción de la Escuela de Circo de Moscú. 1984. |
Poco
dado al trato cercano de primeras, con su estilo soviético ha
conseguido ganarse el respeto de todos los que pasan por Carampa,
siendo apreciado como un gran profesor, muy versátil, y un magnífico
payaso. Apasionado seguidor del payaso Grock, al que considera el
número uno, Vasily tiene muy claro qué es ese circo alrededor del
cual gira su vida: “Es un arte, uno muy grande, el único
verdadero. Un payaso no puede mentir, un equilibrista no puede
equivocarse. El circo es la pista, donde hay que hacerse ver por el
público, donde uno no puede esconderse”.
Gracias a los Protsenko por las fotografías