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martes, 29 de abril de 2014

Entrevista a Antonio Segura, acróbata

En el hall de la gran carpa del Cirque Phénix se ha dispuesto una cafetería. Antonio Segura Lizán (Alicante, 1988) acaba de realizar el segundo pase de sus actuaciones concertadas para el 35º Festival Cirque de Demain deParís. Su número de cuadrante aéreo junto a Max Lasala ha causado buena impresión (finalmente sería galardonado con una medalla de bronce). Se notan los efectos del escenario y está atento todo lo que pasa alrededor. Las múltiples interrupciones para felicitarle, darle abrazos y proponerle trabajo no ayudan. Pese a ello se le nota satisfecho, contesta seguro y despacio, pensando sus palabras. Se le escapan tímidas sonrisas cuando mira con los ojos aún maquillados.
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¿Cómo te inicias en el circo?
A los 6 o 7 años, un familiar se puso a hacer malabares, me encantó y quise probar. En una ocasión fui a ver al Circo del Sol y esa experiencia me impactó mucho. Más adelante me uní a la asociación de malabaristas de Alicante (Donyet Ardit). Nos juntábamos en el Centro 14, un centro juvenil del ayuntamiento. Había malabares, monociclo, acrobacias, etc. La acrobacia y los aéreos fue lo que más me enganchó, primero estáticos, luego descubrí los portés, la acrobacia en suspensión...

Fuiste a un colegio con una pedagogía diferente a la habitual. ¿Influyó en tu decisión de dedicarte al circo?
Sí, la escuela a la que asistí seguía la Pedagogía Waldorf, alternativa a la convencional. El punto de partida es ser una escuela para la vida, se intenta educar a ser independiente, a tener su propio camino, su voluntad creativa. Luego fui a un instituto concertado, sin seguir esta pedagogía, pero también peculiar, porque no tenía libros de texto, las clases eran distintas, etc. Desde ahí también animaban mucho a seguir un camino artístico, me reforzaron.

Antonio, a la izquierda, en Chaouen junto a otros componentes de Donyet Ardit (año 2004)

¿A qué edad decides que te quieres dedicar al circo? ¿Cómo llegas a la ESAC de Bruselas?
A los 19 años. Tras la Selectividad quería hacer arquitectura, pero ese año me fui a Inglaterra, buscando aclarar mi cabeza un poco. Fui a una escuela de circo, Circomedia y ahí me di cuenta que se podía hacer una carrera del circo, fue mi punto de inflexión y me decidí. Al final de ese año tuve una caída y me fracturé cúbito y radio, no pude preparar audiciones para ninguna escuela, así que me fui a Barcelona a hacer cursos regulares a la Rogelio Rivel, mientras trabajaba por las mañanas.
Al año siguiente intenté audiciones para escuelas francesas. Entré en una escuela preparatoria para escuelas superiores. Allí coincidí con Max [Lasala, su portor] y decidimos prepararnos para una escuela superior. Además, ahí conocimos el cuadrante por primera vez y quisimos profundizar más en esta disciplina.

Descubrimos que en la ESAC de Bruselas está Yuri Sakalov, una referencia en la enseñanza del cuadrante. Nos admitieron y se convirtió en nuestro entrenador y preparador.

¿Cómo es compartir tantas horas con Max, una relación que requiere tanta confianza?
Para mí en estos 5 años Max se ha convertido en un hermano. Somos diferentes pero complementarios. Él es muy tranquilo, es un buen contrapunto. Aprendes a convivir porque no siempre es todo fantástico.

¿Por qué escogéis el cuadrante?
Para mí es una mezcla perfecta entre la acrobacia pura y la comunicación con otra persona. El cuadrante no son dos personas, es una sola cosa, no trabajan de forma independiente. Además que estéticamente me parece muy atractivo, con todos esos vuelos. Tiene un lado muy tradicional, el punto mágico que da el aire y le lado poético de la confianza y la unidad.




¿Cómo entráis en Akoreacro [importante compañía de circo contemporáneo francesa]?
A mediados de nuestro tercer año en la ESAC, vimos un anuncio de la compañía en una revista de espectáculos, así como a las escuelas. Buscaban acróbatas y un número de cuadrante, mixto o dos chicas. Aún así hicimos la audición durante una semana. Éramos los únicos chicos, pero funcionó todo muy bien. Así, nuestro número con ellos es técnicamente igual al de Max y Antonio como compañía, pero metido dentro del espectáculo completo de Akoreacro [Klaxon], más teatral.

¿Cuántos accidentes has tenido por el circo? ¿cómo los vives?
Dos, una fractura de cúbito y radio en Circomedia y otra actuando en el Festival Sol y Circo, donde me fracturé una vértebra. Creo que todos los accidentes son por algo. El primero me sirvió para hacerme más fuerte, sobre todo mentalmente. Me hizo darme cuenta que quería recuperarme lo antes posible para dedicarme al 100% al circo.

El segundo, en septiembre de 2012, también nos sirvió para cambiar la mentalidad. Estábamos [Max y él] en un momento en que todo iba muy rápido, estábamos subiendo mucho: se nos empezaba a conocer, teníamos trabajo con Akoreacro, estábamos seleccionados para el Festival Sol y Circo y luego para el Cirque de Demain de 2013. Sirvió para hacer un parón brusco en toda esta vorágine y plantearnos todo.

En definitiva me ha servido para hacer las cosas más tranquilo, disfrutar de cada momento, etc. Lo que nos quedó claro es que hacemos circo para vivir, no para matarnos. Por parte de Akoreacro, que se portaron genial con nosotros, aún no habíamos empezado a trabajar con ellos cuando sucedió, y vinieron a verme al hospital y a asegurarme que seguían contando con nosotros para cuando me recuperara.

[Nota: Antonio y Max hablan de esta experiencia en el documental de 2013 "A Ras de Cielo", de Horacio Alcalá.]

Imagen Promocional de A Ras de Cielo


Durante la recuperación de la caída, en Alicante ayudaste a la Compañía LaTrócola en la dirección y consejos acrobáticos. ¿Cómo fue la experiencia?
Yo siempre que volvía a casa les echaba una mano en lo que podía, porque son amigos. Esta vez coincidió con que estaba lesionado y para mí fue muy terapéutico, me permitió seguir unido al circo. Además que con estas cosas aprendes mucho, desde el otro lado, es muy interesante. Pero para mí no es el momento.

Tú que vives en una zona de Europa donde el circo está muy presente, ¿Cómo ves las diferencias con España en la situación circense?
En España es un poco frustrante, cuando ves todo el talento que hay y todo lo que se puede hacer, pero que no hay un soporte estatal o administrativo fuerte, da rabia. Funciona lo que funciona y se ve poco más, pese a que hay muy buenas ideas detrás. A veces no queda muy claro dónde está lo profesional y lo amateur, cuesta dar ese paso a profesional. En España es muy difícil hacer esta decisión, el entorno lo dificulta.
Creo que falta todavía confianza por parte de la administración, que se dé cuenta de que el circo es un arte respetable, no sólo una tradición minoritaria. Es un campo de creación artística como cualquier otro.

¿Cómo es la experiencia del Demain?
Tras vernos en el espectáculo de fin de curso de la ESAC, nos animaron a presentarnos. Nos cogieron, pero por culpa del accidente no pudimos participar. Este año nos vieron con Acoreakro y volvieron a contactarnos. En principio no queríamos porque no nos sentíamos preparados, pero nos dimos cuenta que era nuestra oportunidad, que era ahora o nunca.
El Festival es una pasada, siempre quise actuar aquí, desde que lo conozco. Con ese escenario gigante, toda esa emoción y adrenalina, etc. Además estamos contentos con nuestras actuaciones, hemos dado todo lo que teníamos en el escenario. Además es un gran escaparate, que es lo importante más allá del premio.



¿Qué prefieres: Antuán, Antonio, Antoñico o el Utopías?
[Se sonríe antes de contestar] Pues todas me valen. Aquí me llaman Tonino. El Utopías me lleva a cuando era pequeño, cuando empecé, que tenía algunas ideas un poco extrañas, me lo puso un amigo que ya falleció, es muy emotivo. Antoñico es como me conoce mi familia. Antuán también, sobre todo me llaman así mis hermanas. Todos valen.

Versión extendida de la entrevista aparecida en el nº 40 de la revista Zirkólika.

Gracias a Carlos Such por la ayuda a la hora de elaborar las preguntas y Fede Menini por algunas de las fotos.

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