En el hall de la gran
carpa del Cirque Phénix se ha dispuesto una cafetería. Antonio
Segura Lizán (Alicante, 1988) acaba de realizar el segundo pase de
sus actuaciones concertadas para el 35º Festival Cirque de Demain deParís. Su número de cuadrante aéreo junto a Max Lasala ha causado
buena impresión (finalmente sería galardonado con una medalla de
bronce). Se notan los efectos del escenario y está atento todo lo
que pasa alrededor. Las múltiples interrupciones para felicitarle,
darle abrazos y proponerle trabajo no ayudan. Pese a ello se le nota
satisfecho, contesta seguro y despacio, pensando sus palabras. Se le
escapan tímidas sonrisas cuando mira con los ojos aún maquillados.
Fuiste a un colegio con una pedagogía diferente a la habitual. ¿Influyó en tu decisión de dedicarte al circo?
[Nota: Antonio y Max hablan de esta experiencia en el documental de 2013 "A Ras de Cielo", de Horacio Alcalá.]
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¿Cómo te inicias
en el circo?
A los 6 o 7 años, un
familiar se puso a hacer malabares, me encantó y quise probar. En
una ocasión fui a ver al Circo del Sol y esa experiencia me impactó
mucho. Más adelante me uní a la asociación de malabaristas de
Alicante (Donyet Ardit). Nos juntábamos en el Centro 14, un centro
juvenil del ayuntamiento. Había malabares, monociclo, acrobacias,
etc. La acrobacia y los aéreos fue lo que más me enganchó, primero
estáticos, luego descubrí los portés, la acrobacia en
suspensión...
Fuiste a un colegio con una pedagogía diferente a la habitual. ¿Influyó en tu decisión de dedicarte al circo?
Sí, la escuela a la
que asistí seguía la Pedagogía Waldorf, alternativa a la
convencional. El punto de partida es ser una escuela para la vida, se
intenta educar a ser independiente, a tener su propio camino, su
voluntad creativa. Luego fui a un instituto concertado, sin seguir
esta pedagogía, pero también peculiar, porque no tenía libros de
texto, las clases eran distintas, etc. Desde ahí también animaban
mucho a seguir un camino artístico, me reforzaron.
¿A qué edad
decides que te quieres dedicar al circo? ¿Cómo llegas a la ESAC de
Bruselas?
A los 19 años. Tras la
Selectividad quería hacer arquitectura, pero ese año me fui a
Inglaterra, buscando aclarar mi cabeza un poco. Fui a una escuela de
circo, Circomedia y ahí me di cuenta que se podía hacer una carrera
del circo, fue mi punto de inflexión y me decidí. Al final de ese
año tuve una caída y me fracturé cúbito y radio, no pude preparar
audiciones para ninguna escuela, así que me fui a Barcelona a hacer
cursos regulares a la Rogelio Rivel, mientras trabajaba por las
mañanas.
Al año siguiente
intenté audiciones para escuelas francesas. Entré en una escuela
preparatoria para escuelas superiores. Allí coincidí con Max [Lasala, su portor] y decidimos prepararnos para una escuela
superior. Además, ahí conocimos el cuadrante por primera vez y
quisimos profundizar más en esta disciplina.
Descubrimos que en la
ESAC de Bruselas está Yuri Sakalov, una referencia en la enseñanza
del cuadrante. Nos admitieron y se convirtió en nuestro entrenador y
preparador.
¿Cómo es compartir
tantas horas con Max, una relación que requiere tanta confianza?
Para mí en estos 5
años Max se ha convertido en un hermano. Somos diferentes pero
complementarios. Él es muy tranquilo, es un buen contrapunto.
Aprendes a convivir porque no siempre es todo fantástico.
¿Por qué escogéis
el cuadrante?
Para mí es una mezcla
perfecta entre la acrobacia pura y la comunicación con otra persona.
El cuadrante no son dos personas, es una sola cosa, no trabajan de
forma independiente. Además que estéticamente me parece muy
atractivo, con todos esos vuelos. Tiene un lado muy tradicional, el
punto mágico que da el aire y le lado poético de la confianza y la
unidad.
¿Cómo entráis en
Akoreacro [importante compañía de circo contemporáneo francesa]?
A mediados de nuestro
tercer año en la ESAC, vimos un anuncio de la compañía en una
revista de espectáculos, así como a las escuelas. Buscaban
acróbatas y un número de cuadrante, mixto o dos chicas. Aún así
hicimos la audición durante una semana. Éramos los únicos chicos,
pero funcionó todo muy bien. Así, nuestro número con ellos es
técnicamente igual al de Max y Antonio como compañía, pero metido
dentro del espectáculo completo de Akoreacro [Klaxon], más teatral.
¿Cuántos
accidentes has tenido por el circo? ¿cómo los vives?
Dos, una fractura de
cúbito y radio en Circomedia y otra actuando en el Festival Sol y
Circo, donde me fracturé una vértebra. Creo que todos los
accidentes son por algo. El primero me sirvió para hacerme más
fuerte, sobre todo mentalmente. Me hizo darme cuenta que quería
recuperarme lo antes posible para dedicarme al 100% al circo.
El segundo, en septiembre de 2012, también nos sirvió para cambiar la mentalidad. Estábamos [Max y él] en un momento en que todo iba muy rápido, estábamos subiendo mucho: se nos empezaba a conocer, teníamos trabajo con Akoreacro, estábamos seleccionados para el Festival Sol y Circo y luego para el Cirque de Demain de 2013. Sirvió para hacer un parón brusco en toda esta vorágine y plantearnos todo.
En definitiva me ha servido para hacer las cosas más tranquilo, disfrutar de cada momento, etc. Lo que nos quedó claro es que hacemos circo para vivir, no para matarnos. Por parte de Akoreacro, que se portaron genial con nosotros, aún no habíamos empezado a trabajar con ellos cuando sucedió, y vinieron a verme al hospital y a asegurarme que seguían contando con nosotros para cuando me recuperara.
El segundo, en septiembre de 2012, también nos sirvió para cambiar la mentalidad. Estábamos [Max y él] en un momento en que todo iba muy rápido, estábamos subiendo mucho: se nos empezaba a conocer, teníamos trabajo con Akoreacro, estábamos seleccionados para el Festival Sol y Circo y luego para el Cirque de Demain de 2013. Sirvió para hacer un parón brusco en toda esta vorágine y plantearnos todo.
En definitiva me ha servido para hacer las cosas más tranquilo, disfrutar de cada momento, etc. Lo que nos quedó claro es que hacemos circo para vivir, no para matarnos. Por parte de Akoreacro, que se portaron genial con nosotros, aún no habíamos empezado a trabajar con ellos cuando sucedió, y vinieron a verme al hospital y a asegurarme que seguían contando con nosotros para cuando me recuperara.
[Nota: Antonio y Max hablan de esta experiencia en el documental de 2013 "A Ras de Cielo", de Horacio Alcalá.]
Imagen Promocional de A Ras de Cielo |
Durante la
recuperación de la caída, en Alicante ayudaste a la Compañía LaTrócola en la dirección y consejos acrobáticos. ¿Cómo fue la
experiencia?
Yo siempre que volvía
a casa les echaba una mano en lo que podía, porque son amigos. Esta
vez coincidió con que estaba lesionado y para mí fue muy
terapéutico, me permitió seguir unido al circo. Además que con
estas cosas aprendes mucho, desde el otro lado, es muy interesante.
Pero para mí no es el momento.
Tú que vives en una
zona de Europa donde el circo está muy presente, ¿Cómo ves las
diferencias con España en la situación circense?
En España es un poco
frustrante, cuando ves todo el talento que hay y todo lo que se puede
hacer, pero que no hay un soporte estatal o administrativo fuerte, da
rabia. Funciona lo que funciona y se ve poco más, pese a que hay muy
buenas ideas detrás. A veces no queda muy claro dónde está lo
profesional y lo amateur, cuesta dar ese paso a profesional. En
España es muy difícil hacer esta decisión, el entorno lo
dificulta.
Creo que falta todavía
confianza por parte de la administración, que se dé cuenta de que
el circo es un arte respetable, no sólo una tradición minoritaria.
Es un campo de creación artística como cualquier otro.
¿Cómo es la
experiencia del Demain?
Tras vernos en el
espectáculo de fin de curso de la ESAC, nos animaron a presentarnos.
Nos cogieron, pero por culpa del accidente no pudimos participar.
Este año nos vieron con Acoreakro y volvieron a contactarnos. En
principio no queríamos porque no nos sentíamos preparados, pero nos
dimos cuenta que era nuestra oportunidad, que era ahora o nunca.
El Festival es una
pasada, siempre quise actuar aquí, desde que lo conozco. Con ese
escenario gigante, toda esa emoción y adrenalina, etc. Además
estamos contentos con nuestras actuaciones, hemos dado todo lo que
teníamos en el escenario. Además es un gran escaparate, que es lo
importante más allá del premio.
¿Qué prefieres:
Antuán, Antonio, Antoñico o el Utopías?
[Se sonríe antes de contestar] Pues todas me valen.
Aquí me llaman Tonino. El Utopías me lleva a cuando era pequeño,
cuando empecé, que tenía algunas ideas un poco extrañas, me lo
puso un amigo que ya falleció, es muy emotivo. Antoñico es como me
conoce mi familia. Antuán también, sobre todo me llaman así mis
hermanas. Todos valen.
Versión extendida de la entrevista aparecida en el nº 40 de la revista Zirkólika.
Gracias a Carlos Such por la ayuda a la hora de elaborar las preguntas y Fede Menini por algunas de las fotos.