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¡Están todos detenidos, por guarros!" Así de contundente comienza este nuevo cabaret estival del Price.
Petra Penitencia (
Petra Martínez) y su
Escuadrón de la Decencia, ex-cupletistas arrepentidas y dispuestas a promover el camino hacia la virtud ("qué malas éramos qué perras..."), son las encargadas de presentar y conducir este secuestro, con la excusa de concienciarnos de la decadencia de la sociedad. Comienzan a ritmo de
Feeling Good, interpretada por
Celia Vergara y su poderosa voz, pero consiguen el efecto más bien contrario: actuación tras actuación, el público se va metiendo más en la historia y, con algún "voluntario" como portavoz encargado de elegir el artista depravado que debe morir, acaba todo con un final inesperado por lo absurdo. Y hasta ahí puedo leer.
El otro personaje esencial en la noche es
Psicosis Gonsáles (Norberto di Giorno) que, en contrapartida a Petra, es la representación del vicio, la irreverencia, la provocación y el descontrol. Una travesti argentina que lo borda en su papel y que realiza la mayor parte de sus entradas entre el público, al que hace partícipe de sus divertidas orginarieces. Buenos ejemplos resultan ese tango llamado
Ramera, o el incitar a un orgasmo colectivo.
En cuanto a los números presentados, esta vez el Price ha conseguido hacer un conjunto más homogéneo en cuanto a calidad se refiere, sin olvidar la variedad necesaria en una noche cupletera, que es objetivo necesario en un espectáculo de variedades. Abre la noche
La Perla Negra, que aparece con su homenaje a Josephine Baker con un exhuberante y voluptuoso striptease lleno de ritmo, que transmite la seguridad del que está bailando en el salón de su casa y no frente a cientos de espectadores.
Demasiado pronto, a mi juicio, gastan el cartucho de
Kris Kremo. Historia viva del malabarismo, su sola actuación merece el precio de la entrada. Comienza con su impresionante rutina de bombín y equilibrios imposibles sobre un puro, sigue con una frenética secuencia de tres bolas para llegar a su repertorio clásico de las tres chisteras y sus ya míticos toques con la cabeza. Acaba con su especialidad, las cajas de puros, donde crea una ilusión de estar suspendidas en el aire hasta finalizar con un gran final lleno de piruetas. Kremo es la seguridad del
gentle juggler, la presencia en escena, la sonrisa y la clase. Es la solidez de una
rutina interpretada durante 40 años que mete al público rápidamente en el bolsillo y lo acaba poniendo en pie. Imprescindible.
Tras él viene
Yelena Larkina, una ex-gimnasta con medallas nacionales en su haber y reconvertida al circo tras su paso por la Escuela de Moscú, nos presenta un vistoso número de Hula Hops Tengo que reconocer que todos números de hula me parecen similares, pero éste es de los que funcionaron muy bien con el público. Como curiosidad decir que es la pareja sentimental del gran Kremo. Luego vino el que a mi gusto fue el número más flojo de la noche, el de
Silvester the Jester, un mago que parece sacado de los Looney Tunes pero que no me termina de convencer. Todos sus trucos se basan en aparatosos gimmicks (trucos preparados) y en un humor un tanto infantil de más, para nada acorde al ambiente gamberro de la noche.
Llega el turno del mano a mano del
Dúo Shcherbak & Popov, medalla de Oro en
Cirque de Demain este mismo año y bicampeones del mundo en Deporte Acrobático. A ritmo de
singing in the rain nos regalan un derroche de fuerza y espectacularidad, donde las figuras imposibles y las alzadas más complejas son realizadas con una sonrisa en la cara y una facilidad que asusta. Todos en pie para aplaudir a este increíble dúo, magnífico broche final para la primera mitad. Quizá se podría criticar a los directores el utilizar sus dos números de circo más potentes (este dúo y a Kremo) tan pronto, quizá así la historia cobra más sentido y es más homogénea, pero sigo pensando que en cierto modo están desperdiciados.
Tras el descanso vuelven los números puramente circenses. Como la sirena
Lara Paxton, que realiza una original y bella rutina en su trapecio con forma de ancla, llena de sensualidad, elegancia y ritmo. Luego de una tonadilla infantil de Petra Penitencia ("cómo intro in the window de menu...") y de un orgasmo colectivo provocado por Psicosis Gonsáles cierra las actuaciones el lanzador de cuchillos
Tyrone Laner y su ayudante
Andrea Kiss. Tiene un look y actitud de motero macarra, pero quedan claramente compensados por lo espectacular de su número lleno de adrenalina.
Se cierra la gran noche con una ejecución, sorpresas para todos y un final bizarro y feliz que nos conducen al baile que incluye la entrada, con música en directo por la
Orquesta de Germán Díaz Guerrero, que está sublime acompañando todos los números. Bien por el Price por seguir apostando por su cabaret estival, superándose año tras año, aunque tristemente
éste sea el último de este formato. Vuelven las cortinas rojas y las lámparas de araña, el escenario con prolongación central y las mesas situadas a su alrededor donde se puede cenar mientras se disfruta del espectáculo. Gracias a
Uroc Teatro (
Olga Margallo y Antonio Muñoz de Mesa) por subir el listón y a
Juan Margallo por casi-jubilarse con este papel de mozo de pista. Estarán hasta el 7 de agosto esperando vuestra visita, que yo recomiendo encarecidamente. ¡Viva el cabaret circense y gamberro!
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