Por desgracia, y aunque no me gustan los animales en el circo, yo sólo he podido conocer a Ángel Cristo en su declive vital, apareciendo de tanto en tanto en los medios de comunicación por sus hospitalizaciones (muchas con turbias historias detrás, que surgían al rascar la superficie) o por apariciones en programas de color rosa. En cualquiera de ellas se insitía mucho en su pasado glorioso y su caída posterior, con ese tono tan típico de estos programas, que se regodean de las miserias ajenas.
Él venía de otra época, hijo de artistas circenses, nacido y criado por y para el circo. Cuando el circo era un espectáculo de masas y sus protagonistas parte del imaginario colectivo. Él tuvo parte de culpa de ese resurgir del circo en la España gris, ávida de ídolos y distracciones. Pleno apogeo con su majestuoso Circo Ruso, compartiendo protagonismo en las páginas de espectáculos con otros ídolos como Pinito de Oro o Los Tres Payasos (Gabi, Fofó y Miliki). Llegó a ser uno de los mejores domadores del momento y luego un empresario de éxito con un Circo de tres carpas a su mando.
Como apunta Miguel de la Quadra-Salcedo (que fue domador en su Circo Ruso) en su artículo de El País, el problema estuvo cuando se metió en un mundo que desconocía , al casarse con Bárbara Rey se alejó del mundo del circo y comenzar el descenso -"desenderezó su vida"-. Divorcio, ruina económica, drogas, denuncias de maltrato a familiares y animales, etc.
El circo a su vez languidecía en esos años 80. La fórmula de circo clásico se estaba agotando y salvo honrosas excepciones como el Festival de Circo de Montecarlo, ya no movilizaba a las masas, al menos en nuestro país. Se comienza a discutir el uso de animales en los circos y las condiciones en que viven, comienza a haber una conciencia social sobre el maltrato animal que pone en duda casi a cualquier domador, equiparándolo a un torturador.
Entonces apareció un nuevo concepto de circo con acento francés, el "Circo Contemporáneo"; renovó las artes circenses, dándoles un gran impulso en su ascensión hacia la vuelta a la popularidad que vivimos actualmente. Incluso el circo clásico vuelve a gozar de salud. Más Festivales internacionales se han unido al de Montecarlo, como el de Budapest o incluso el recién nacido de Albacete, dando cabida en su cartel a los domadores. El circo clásico ha sabido organizarse, lavarse la cara, mejorar las condiciones de sus animales y defenderse de los animalistas radicales. Todo ello en paralelo al despegue meteórico del Nuevo Circo y las compañías de jóvenes talentos rebosando de originalidad.
Por desgracia Ángel Cristo no pudo recuperarse de su declive como está haciendo el circo ahora. Le faltó el impulso para comenzar a subir y lo recordaremos por desgracia como un retirado domador vestido con pesadas pieles rosas. Algo injusto a todas luces dada la importancia de esta persona en la historia del circo de España y Europa.
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