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miércoles, 5 de mayo de 2010

El gran domador español.

Ayer desayuné, como muchos otros, supongo, con la noticia de la muerte de Ángel Cristo. Me dió entonces por reflexionar aún con legañas en los ojos y realizando esa rutina automatizada que nos hace personas por las mañanas, que puede haber cierto paralelismo entre la vida de Ángel Cristo y la trayectoria del circo "tradicional" y su uso de animales en él.

Por desgracia, y aunque no me gustan los animales en el circo, yo sólo he podido conocer a Ángel Cristo en su declive vital, apareciendo de tanto en tanto en los medios de comunicación por sus hospitalizaciones (muchas con turbias historias detrás, que surgían al rascar la superficie) o por apariciones en programas de color rosa. En cualquiera de ellas se insitía mucho en su pasado glorioso y su caída posterior, con ese tono tan típico de estos programas, que se regodean de las miserias ajenas.


Él venía de otra época, hijo de artistas circenses, nacido y criado por y para el circo. Cuando el circo era un espectáculo de masas y sus protagonistas parte del imaginario colectivo. Él tuvo parte de culpa de ese resurgir del circo en la España gris, ávida de ídolos y distracciones. Pleno apogeo con su majestuoso Circo Ruso, compartiendo protagonismo en las páginas de espectáculos con otros ídolos como Pinito de Oro o Los Tres Payasos (Gabi, Fofó y Miliki). Llegó a ser uno de los mejores domadores del momento y luego un empresario de éxito con un Circo de tres carpas a su mando.

Como apunta Miguel de la Quadra-Salcedo (que fue domador en su Circo Ruso) en su artículo de El País, el problema estuvo cuando se metió en un mundo que desconocía , al casarse con Bárbara Rey se alejó del mundo del circo y comenzar el descenso -"desenderezó su vida"-. Divorcio, ruina económica, drogas, denuncias de maltrato a familiares y animales, etc.


El circo a su vez languidecía en esos años 80. La fórmula de circo clásico se estaba agotando y salvo honrosas excepciones como el Festival de Circo de Montecarlo, ya no movilizaba a las masas, al menos en nuestro país. Se comienza a discutir el uso de animales en los circos y las condiciones en que viven, comienza a haber una conciencia social sobre el maltrato animal que pone en duda casi a cualquier domador, equiparándolo a un torturador.

Entonces apareció un nuevo concepto de circo con acento francés, el "Circo Contemporáneo"; renovó las artes circenses, dándoles un gran impulso en su ascensión hacia la vuelta a la popularidad que vivimos actualmente. Incluso el circo clásico vuelve a gozar de salud. Más Festivales internacionales se han unido al de Montecarlo, como el de Budapest o incluso el recién nacido de Albacete, dando cabida en su cartel a los domadores. El circo clásico ha sabido organizarse, lavarse la cara, mejorar las condiciones de sus animales y defenderse de los animalistas radicales. Todo ello en paralelo al despegue meteórico del Nuevo Circo y las compañías de jóvenes talentos rebosando de originalidad.


Por desgracia Ángel Cristo no pudo recuperarse de su declive como está haciendo el circo ahora. Le faltó el impulso para comenzar a subir y lo recordaremos por desgracia como un retirado domador vestido con pesadas pieles rosas. Algo injusto a todas luces dada la importancia de esta persona en la historia del circo de España y Europa.

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