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domingo, 4 de septiembre de 2016

Almere 2016, una gran EJC. Primera parte.

En Almere es una tranquila y próspera ciudad de los Países Bajos, donde residen unas 200.000 personas. Como curiosidad, decir que se fundó en 1978 en una región ganada al mar, Flevolanda. Hace unos 2 años, varias personas de diversas asociaciones de circo de la zona se embarcaron en la locura que supone organizar un Encuentro Europeo de Malabaristas (European Juggling Convention, EJC), pese al estrés y alto nivel de exgencia, la edición de este año (la 39ª, que tuvo lugar del 31 de julio al 7 de agosto)  sólo puede etiquetarse como brillante, a la altura de la de Brunico del año pasado.



Pese a que empezó con algunos problemas debido a las largas colas en la entrada, después la organización general del evento fue espectacular. Puntualidad, limpieza, buena gestión de espacios, diversificación de actividades y muchos recursos humanos fueron las caracteristicas constantes de la organización, algo a copiar en futuras ediciones de EJC. Manejar tantas actividades, tan diversas y para más de 5000 participantes y que salga tan bien es algo encomiable.


Las instalaciones fueron una de las claves del éxito de esta EJC, además de un gran pabellón con dos enormes pistas adecuadas para la práctica 24 horas (incluidas acrobacias y aéreos), el recinto contaba con una amplia zona de acampada -con numerosas áreas comunes y baños-, una zona exclusiva para la práctica de malabares de fuego y tres enormes carpas para ver los espectáculos y disfrutar de conciertos y fiestas.

Gracias a una buena distribución de actividades, rara la capacidad de los espacios se vio sobrepasada (cierto que alguna vez había que hacer cola durante 30 minutos, pero era por tener buen sitio, no por evitar quedarte fuera). La nota de color a las instalaciones la puso la piscina cubierta adyacente, de acceso gratuito para los inscritos, algo inédito en una EJC.

Algunas de las instalaciones. Foto: Rafus


Una de las sorpresas fue que esta edición contó con televisión propia (“EJC TV”) que retransimitió en streaming más de 12 horas al día de contenidos, muchos de ellos en directo. Además instalaron una gran pantalla en el recinto donde poder ver un show si no habías podido entrar a tiempo en la carpa.

Los talleres también son, junto a las actuaciones, los grandes protagonistas de cualquier EJC. En este caso se contaba con un amplio mural para cada día donde cada persona podía proponer los talleres que quisiera y en el sitio que propusiera, habiendo multitud de emplazamientos posibles. También había algunos programados, como los que impartieron instructores de la Federación Nacional Holandesa de Acrobacia. La verdad es que los talleres resultaron de lo más variado, desde los que eran para mejorar técnica de malabares, de danza o de acrobacia, hasta los de clown, yoga y consejos para crear un espectáculo. También hubo los talleres más peculiares, como el de "chupar codos" (ajenos) o el de malabares en el agua.


Zona de fuego. Foto: Rafus
 
Las competiciones de malabaristas, en auge. 
En un ambiente festivo y propicio a compartir conocimientos como es una EJC, una nueva forma de competición se abre paso en el mundo del circo. Se trata de las “fight nights” o combates de mazas, y la “Diabolo Battle”, batalla de diábolo. La primera de ellas lleva ya celebrándose en doce ediciones de la EJC, aunque es en los últimos cuatro años cuando ha cobrado un gran protagonismo. Consiste en combates entre dos malabaristas, cada uno con tres mazas, y cuyo objetivo es tirar alguna de las del rival mientras intentan mantener las suyas en movimiento. Desde que Luke Burrage y algunos compañeros más le dieran un impulso a estos combates, el juego se ha popularizado y casi profesionalizado (se puede consultar la web www.fightnightcombat.com para ver rankings).



Actualmente la “Fight Night” es uno de los platos fuertes de la programación de una EJC. Los combates son una sucesión de movimientos espectaculares y situaciones llenas de tensión. En Almere el despliegue fue increíble, con unos medios dignos de un combate de boxeo y más de 1000 espectadores para la ronda final (16 finalistas de 98 participantes). Al final, el ganador fue el de siempre, el alemán Joschen Pfeiffer, que ya cuenta con ocho victorias consecutivas.

Aún más amateur aunque en franco despegue está la Diabolo Battle. Ideada por el vallisoletano Luis “Wis” Hernández, su primera edición fue en 2014. Consiste en duelos entre dos diabolistas, a modo batallas de break-dance, en los que tienen un minuto para hacer los trucos que quieran y un jurado decide al ganador. Este año el vencedor fue el francés Robin Spinelli.


También, aunque menos populosa, se volvió a celebrar una competición de Kendama, un antiguo juego de habilidad asiático, donde Rob Henman ganó el primer premio. Las condiciones climatológicas (lluvia casi diaria y mucho, mucho viento) impidieron el correcto desarrollo del campeonato de volley-maza y de jollystick (como el volley-maza pero con devil stick)

Diábolos y récord de 5 pelotas.
Aparte de la exitosa Diabolo Battle, el diábolo tuvo una gran presencia en esta EJC. En parte fue debido a que un grupo de taiwaneses, de la compañía PAO, patrocinada por Red Bull , aterrizaron en Almere atraídos por la batalla. Además de participar en dicha competición, en cada Open Stage hubo un taiwanés actuando con diábolo, demostrando que esa isla este malabar se toma muy en serio.

Una EJC es una sucesión casi mareante de eventos, cabe destacar algunas pequeñas anécdotas, como la ruptura del récord de permanencia haciendo malabares con 5 pelotas. Lo consiguió el joven israelí Ofek Snir (17 años), que estuvo 2 horas y 41 minutos sin descanso. En el vídeo se puede ver el final de su gesta (min 5:40) y lo agotado que acabó.




En la segunda parte de esta crónica llegará lo más esperado: ¡las actuaciones!, antes os dejo con uno de los vídeos más curiosos de la EJC, un timelapse muy currado (no deja insertarlo, debéis hacer click sobre el enlace)

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