Sean Gandini aparece
por una puerta trasera del Teatro Circo Price con su inconfundible
pelo rizado. Tras un rápido saludo nos dirigimos a la misma pista
central, donde están los miembros de la compañía ensayando. Faltan
3 horas para el último pase de la gira de Smashed por Madrid. Sean
introduce al invitado, se descalza y se acomoda en una de las
butacas. Habla rápido, en español con un extraño y suave acento,
imposible de situar, introduciendo palabras de otros idiomas cuando
se atasca. La sonrisa es casi permanente y desprende gran
tranquilidad, pese a que su cabeza está en constante ebullición.
Nacido en Génova, a los 4 años se muda a La Habana, donde se cría en el seno de una familia comunista. De padre italiano, científico, y madre irlandesa, locutora de radio, crece en un ambiente liberal con tertulias políticas, conciertos, espectáculos, etc. A los 20 años emigra a Londres para dedicarse a la magia o la pintura, pero por el camino se cruzaron los malabares. Fascinado desde niño por la magia y las matemáticas, parece encontrar en el malabarismo el nexo común a sus obsesiones. Es en Londres donde conocerá a Kati y, junto a otros dos compañeros, fundan en 1992 una compañía de refencia mundial en los malabares: Gandini Juggling. La obsesión por el siteswap, la danza y desarrollar el nuevo lenguaje que empieza a hablar el malabarismo; ésos son sus grandes pilares, y los representan en bellos espectáculos de malabares grupales.
Sean, durante el espectáculo Smashed. Foto tomada de aquí |
Nacido en Génova, a los 4 años se muda a La Habana, donde se cría en el seno de una familia comunista. De padre italiano, científico, y madre irlandesa, locutora de radio, crece en un ambiente liberal con tertulias políticas, conciertos, espectáculos, etc. A los 20 años emigra a Londres para dedicarse a la magia o la pintura, pero por el camino se cruzaron los malabares. Fascinado desde niño por la magia y las matemáticas, parece encontrar en el malabarismo el nexo común a sus obsesiones. Es en Londres donde conocerá a Kati y, junto a otros dos compañeros, fundan en 1992 una compañía de refencia mundial en los malabares: Gandini Juggling. La obsesión por el siteswap, la danza y desarrollar el nuevo lenguaje que empieza a hablar el malabarismo; ésos son sus grandes pilares, y los representan en bellos espectáculos de malabares grupales.
LOS INICIOS.
¿Cómo te
encuentras con los malabares?
Yo recuerdo hacer
malabares desde pequeño. A los 16-17 años vi a un malabarista en
Covent Garden que hacía 5 pelotas y dije: “eso es increíble”.
Al poco vi en la televisión a Sergey Ignatov que hacía su número
de Montecarlo y me pareció magia. A partir de ahí me obsesioné un
poco.
¿Siempre tuviste
claro que te querías dedicar al espectáculo?
Sí, desde los 4 años
más o menos [ríe]. Hago lo que pensé hacer cuando era pequeño, es
una suerte.
¿Cómo era Covent
Garden en tus inicios?
A finales de los 80 y
principios de los 90 allí había muchas cosas interesantes de calle.
Se aprendía mucho. Había cosas muy buenas y algunas muy malas,
quizá ahora es más comercial, pero sigue siendo un gran sitio para
aprender. Es una escuela dura.
¿Qué es lo que te
pareció tan fascinante de los malabares?
Quizá por mi afición
a las matemáticas. Al principio lo veía como una forma de poner
figuras matemáticas en el espacio, en las tres dimensiones. Pero
según conozco los malabares me doy cuenta que éstos tienen mucho
potencial y que hay cosas que aún no se han explorado todavía. Me
parece un lenguaje muy joven. Tenemos mucha suerte de estar en un
campo que sea tan inexplorado artísticamente.
Allí aparece en tu
vida Kati [Kati Ylä-Hokkala, artista y bailarina finlandesa que
sería una de las fundadoras de Gandini Juggling]. ¿Qué supone para
ti conocerla?
Yo ya tenía cierto
interés en el baile, pero ella me abrió la puerta a la danza.
Empecé a ir a cursos de danza contemporánea y ella fue mi
“inyección de movimiento”. Así, los primeros 10 años de la
compañía fueron un trabajo sobre el malabarismo mezclado desde el
baile, o aplicar a los malabares los conceptos de baile. Más tarde
nos hemos empezado a interesar por el teatro; como en Smashed, que la
parte teatral es mucho mayor.
Sin embargo, ahora
mismo estamos a punto de sacar una pieza de malabares mezclados con
baile (4x4), y es como regresar a nuestro origen, buscando
estructuras en el espacio.
¿Cómo ves la
progresión del malabarismo en estos últimos 20 años?
A mí me gusta mucho
todo lo que está pasando. A veces no quiero mirar demasiado por no
influenciarme involuntariamente, estamos muy centrados en nuestras
creaciones, siempre hemos sido un poco independientes.
Lo bueno es que ahora
hay muchas cosas que hace 20 años eran impensables. Técnicamente el
nivel ha subido una barbaridad. Es una gran época para el malabarismo, aunque quizá veo a
mucha gente haciendo las mismas cosas. Me gusta la escuela
escandinava, y a la vez me da pena que gente de otros países quiera
ser como ellos. Pero en todas las artes hay modas, y es comprensible.
Estoy intrigado en ver
cómo progresan con la edad esa gente tan joven, si son capaces de
abrir más su malabarismo.
¿Qué haces cuando no
piensas en malabares?
Ahora mismo me gusta
mucho el ballet, quiero hacer cursos para aprender más. También toco el
piano cuando tengo tiempo. Para mí no hay separación entre ocio y
trabajo. Claro que también nos tomamos vacaciones y nos vamos
a la playa, como todos.
Sean y Kati durante el espectáculo Smashed. Foto Chaumanet, tomada de esta página. |
LA COMPAÑÍA
¿Cuándo decidís
formar la compañía Gandini Juggling?
Al poco de conocernos
porque en seguida nos gustó trabajar juntos y pensamos que sería
muy interesante explorar este mundo del movimiento y malabares. Había
un tercer chico que se llamaba Mike Day, que es una de las personas
que descubrió los Siteswaps, aunque se retiró pronto del mundo del
espectáculo. Después vinieron Owen e Iñaki Sastre.
Os habéis mantenido
como una compañía de malabaristas, algo poco habitual. ¿Qué aportáis vosotros al malabarismo?
Mirar a los malabares
con ojos coreográficos. Creo que se mira poco desde este punto de
vista, pensando en las tres dimensiones, en el
espacio y las coreografías. Se pueden hacer composiciones
con los malabares. Considero que es una de las cosas que nos diferencian y
hemos abierto esa puerta.
También creemos que
los malabares son un idioma neutro y que se puede usar para expresar
cualquier cosa. Es como una escritura, uno puede hacer lo que quiera
con ese lenguaje.
Al principio disteis
un giro más comercial.
Nuestro primer trabajo
fue bastante dificil para el gran público. Después decidimos hacer
trabajo más comercial, que nos permitía vivir de esto. En aquella
época apenas había subvenciones para compañías de este tipo.
Nosotros ahora hemos tenido mucha suerte, porque hemos recibido una
subvención del gobierno francés. Nos ha permitido vivir más
desahogadamente para crear nuevos espectáculos.
¿Cómo véis el
paso de estos 20 años de Gandini?, de pequeña compañía con 4
malabaristas a tener una plantilla de más de 20 y con varios
espectáculos girando a la vez
La cosa más dificil es
el empleo del tiempo y tener una estructura para que se coordine
todo bien. Creativamente es una época fantástica para nosotros,
porque podemos jugar con nuestras ideas y tener tiempo para
trabajarlas.
¿Cómo compagináis
toda esa creación con tantas horas de escenario?
Es una locura. En los
últimos 3-4 años hemos hecho como 6 espectáculos distintos, de una
hora de duración. Además de algunas obras pequeñas. A veces uno
está cansado, pero estamos encantados con lo que hacemos.
Para saber más:
En el espectáculo Smashed, con las manzanas rompéis el tabú de la
caída del malabar al suelo.
El fallo es una parte
muy grande del malabarismo, lo curioso es que se hace como si no
existiera. Es como la muerte, estamos seguros de que vamos a morir,
pero vivimos sin pensarlo, como si no fuera verdad. En malabares las
cosas se caen siempre, tarde o temprano. Para mí ha sido una
obsesión desde nuestro primer espectáculo: cómo integrar la caída
en el show, cómo convertirla en algo interesante.
¿Te gusta seguir
actuando?
Sí, yo espero no
parar.
¿Qué te aporta el
escenario?
Es un lugar muy
especial. La magia de la escena, siempre es una aventura. Tengo esa
adicción a esa sensación, no sé que haría sin ella. No me veo
fuera del escenario, aunque en 4 times 4 es el primer espectáculo en
el que yo no estoy dentro, lo dirijo desde fuera. Me hizo darme
cuenta que uno también recibe muchas cosas sin tener que estar
dentro de la escena.
¿Dónde ves el futuro
de la compañía?
Creo que estamos sólo
empezando. Tenemos uun millón de proyectos en mente. Si tenemos
suerte con la salud me gustaría seguir explorando, porque hay muchas
cosas que probar.
¿Qué es el
malabarismo?
Para mí tiene que ver
con lanzar cosas, soy bastante clásico. Es un
cuerpo, el del malabarista, en relación a los objetos en el aire.
Es una batalla con la gravedad.
La compañia durante el espectáculo Smashed. Foto: Gandini Juggling. |
Para saber más:
Jo, que envidia poder charlar con Sean.
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