Óscar Diéguez, alias “
Churun” (Madrid, 1973) es profesor de malabares de la Escuela de Circo Carampa desde hace 10 años. Ha dado clases y consejos a una infinidad de malabaristas (incluido yo mismo) y es, por tanto, un referente en el panorama circense nacional. Me he citado con él en la misma Carpa de Carampa, en la Casa de Campo de Madrid, en una soleada tarde que hace que las entrevistas sobre circo se conviertan en agradables charlas y se toquen muchos temas interesantes; este ha sido el resultado:
Pregunta. ¿Cómo empezaste en esto de los malabares y el circo?
Respuesta. Con 18 años o así vi a unos chicos haciendo malabares y me gustó, y cuando fui de vacaciones al pueblo de mis padres me hice unas pelotas de papel con cinta aislante y probé, pero la afición se me fue pronto. Al año, también de vacaciones, un chaval del pueblo tenía un diábolo, aprendí un poquitín y al volver a Madrid me compré un diábolo de madera en una papelería por 550ptas, que me duró un mes exacto. Cuando se rompió fui al Elefante Blanco a comprarme un Henry’s y luego, por medio de un amigo de mi barrio conocí la Asociación de Malabaristas, que tenía cursos sueltos por las tardes, esto fue con unos 20 años. No pensaba en el mundo del circo, sólo quería malabares y el resto me daba un poco igual. Venías aquí los miércoles y viernes a practicar y había bastante gente, así conocí a otros que también estaban empezando y me enseñaron: Raúlez, Dani Fausto…
P. Era todo muy autodidacta, ¿no?
R. Sí, ver cinco mazas era extraordinario, cuando venía algún alemán medio profesional era un acontecimiento y lo exprimíamos. Aparte de Rafael de Carlos que era el malabarista profesional que entrenaba aquí y era nuestra referencia. También nos enseñó mucho a todos el mítico Ant Platas que se pasaba a menudo.
P. ¿Quién daba las clases de malabares?
R. De malabares no había clases que yo recuerde. Más adelante las empezó a dar Jose, de Espiral Teatro, y luego, fuera de Carampa, aprendí mucho de Iris (Circo Plume), los dos eran malabaristas autodidactas muy buenos.
P. ¿Luego dónde seguiste formándote?
R. Hice cursos por aquí con Rafael de Carlos, al primero nos apuntamos sólo 6 personas. Antes se llevaba mucho los intercambios y una vez vinieron los “To Be 2” (Dirque y Matt), de Montreal, a los que les dejaron la carpa para preparar un espectáculo y a cambio daban cursos. Luego a Francia, cursos sueltos, nunca en escuelas de circo. Cuando volví, los que nos juntábamos íbamos a La Barraca en Moratalaz los jueves, y alternábamos sitios donde entrenar y para hacerlo casi a diario. Dejé de currar (era mensajero) y estuve un año cobrando el paro y practicando sin parar. Así poco a poco conoces más gente, yendo a los pocos encuentros que había, que entonces eran muy familiares. Aquella época fue muy bonita, por la gente que se conocía, y porque era un mundo por descubrir, en plena emergencia.
P. ¿Qué profesores has tenido que te hayan marcado?
R. Todos te aportan algo, claro que sí, aunque si tengo que elegir al que más me gustó es a Maksim Komaro, por lo claras que tenía las cosas y cómo las transmitía.
P. ¿Cuándo empezaste a hacer de esto tu profesión? ¿Empezaste dando clases directamente?
R. No, empecé a trabajar con Blanca y Jose, en Espiral Teatro. Pasacalles, animación, bolos, lo que surgiera. Luego Jose empezó a dar clases en la recién creada Escuela de Alcorcón. Luego él me pidió que diera algunas clases, creo que porque no le gustaba mucho lo de empezar de cero cada trimestre, algo así. Así que empecé en la EMCA, y cuando se creó el primer anual de Carampa comenzó las clases Jose, pero tras ciertas desavenencias con la Asociación [de Malabaristas] dejó de darlas y me pidieron a mí que diera el segundo anual (hace…..). Mientras he seguido actuando con Blanca y Jose (hacía diábolo y passing), un número de calle de verano con una chica con la que salía, un pequeño número de cabaret…Aunque la verdad es que nunca me gustó mucho actuar.
P. ¿No estás cómodo?
R. Bueno, con Jose me lo paso muy bien y me divierto, pero no le cogí mucho el tranquillo. Pienso que sólo sé hacer malabares, pero hoy por hoy se pide más y yo también pido más a un número, no me veo haciendo una cosa a la que yo diría “qué haces tío, qué aburrido o qué soso”. Siempre me pareció un poco incoherente.
P. ¿Hay alguna actuación que recuerdes especialmente?
R. Me han gustado algunas actuaciones con Espiral Teatro, las del espectáculo Baba-bobo, porque ha ido gente amiga que no tiene mucho que ver con el circo y me he sentido más a gusto. Ese número con Blanca y Jose me gusta mucho y sigue en activo, aunque desde mi lesión no he vuelto a actuar [actualmente se está recuperando de una lumbalgia que le ha tenido varios meses de baja], y con el resto de la gente de la compañía, diez en total, nos llevamos muy bien, se trabaja a gusto.
P. ¿Y tu primera actuación?
R. Pues éramos muy cutres, hacíamos terrazas y cosas así, lo hacíamos para sacar dinero, con un diábolo de fuego, un pequeño “ampli” y poco más. Luego recuerdo una con Erika en que ella hacía swing y yo tres mazas que, aunque si lo viera hoy diría que era pobre, a mí me gustaba mucho.
P. ¿Has visto alguna actuación de malabares en los últimos tiempos que te haya gustado especialmente?
R. Me gustan muchas cosas, me gusta el número de Jordi Querol [medalla de plata en el 32º Festival del Circo del Mañana], es un numerazo muy suyo, muy personal. Disfruto también las rutinas pensadas, de esas que hay que ver tres veces para entender el quid de las cosas y, en eso, Maksim Komaro me gusta mucho. En general me gusta todo aquello que sea una barbaridad, y de esto hay clásicos, modernos…
P. De los clásicos, ¿Hay alguno que crees que te haya influenciado más o que marcaran tu estilo?
R. Me gustaba mucho Dirque de “To be 2”, también Rastelli, Brunn, Gatto o Ignatov, claro, aunque me gustaba más verlos que pretender hacer lo que ellos, que está al alcance de pocos. Aparte de eso, me siento más libre con pocos objetos que con muchos, nunca he sido de sacarme trucos con siete pelotas, tengo ganas, pero tengo aun más de sacarme trucos con menos. Con muchos objetos no tienes capacidad de hacer mucho más que lanzarlos y recogerlos, en ese caso se ven más los objetos y menos al malabarista; con pocos objetos se ve más al malabarista.
P. Estás muy comprometido con la formación, ¿Qué te aporta a ti dar clases de malabares?R. Me gusta ver cómo la gente progresa e intento ayudar a que la gente piense un poco más, nada intelectual ni parecido, pero sí que lo que se aplica a toda disciplina artística. Hay que tener cultura de lo que se hace, hacerse preguntas, y creo que en el circo hay carencia de esto. Se ha adoptado una forma preconcebida de hacer números y nos hemos quedado ahí, una estructura fácil y ya sale el resto, mostrar una técnica y sobre ella poner pegotes. Está bien, pero si te preguntas más cosas será más interesante, al menos para ti, igual no para el público.
Hay muchas maneras de hacer un buen número, pero siempre lo será si ha sido muy pensado y muy cambiado, entonces será resistente en el tiempo, a la primera es difícil hacer algo muy bueno. Eso sí, las cosas que funcionan hay que dejarlas como están, es como si una canción o una película a los diez años caducara y no se pudiera escuchar o ver más, eso no tiene sentido. Mira a Gatto o Ignatov, llevan haciendo cosas parecidas desde siempre, pero funciona, eso sí, la primera vez seguro que no tenían ese número tal como lo conocemos; incluso en el de Gatto hay pequeños cambios con el tiempo, siempre hay excepciones para todo.
P. ¿Algún alumno que te haya sorprendido?
R. Los alumnos siempre me sorprenden, aunque Lorenzo Mastropiettro (Mr. Bucket), por ejemplo, ha sido un gran alumno y luego un gran artista. Mientras estuvo en la escuela se pasaba todo el tiempo en la biblioteca, aprendiendo, leyendo, se sabía todos los vídeos de los clásicos de memoria y se entusiasmaba con todo, que es lo fundamental. Hay que entusiasmarse y obsesionarse, no hasta la enfermedad, pero es necesario.
P. ¿Cómo ves la influencia de Internet en los malabares?
R. Pues ha sido un boom sobre todo en el tema de vídeos, la gente ve muchos vídeos y se sabe rápido lo que ha hecho cualquier persona en cualquier parte del mundo. También están los foros, los blogs, todo eso ayuda, pero sobre todo lo más importante han sido los vídeos. Y la comunidad, el circo es una comunidad un poco cerrada y ahora es más fácil entrar en este ambiente. Pienso que también el aumento de los festivales de teatro de calle en España ha hecho que sea algo más conocido el mundo del circo en ese aspecto, Se ha hecho una base más grande para que mucha gente pueda hacer cosas, hay más escuelas, cursos, talleres, encuentros de malabaristas, la posibilidad de viajar también es mayor, etc. Es decir, Internet ha sido un gran impulso, pero ya había una base creada que lo ha permitido
P. ¿Crees que hacer malabares sirve para algo? ¿Te puede aportar algo que se pueda aplicar a otros aspectos de la vida?
R. Sí, para cuando se te caen las cosas, aunque muchas veces se acaban cayendo igual (risas). No, ahora en serio, me hace darme cuenta de la simetría y la asimetría de las cosas, aunque no tengo claro si es que los malabares me han aportado eso o que me han gustado los malabares porque ya era yo así. También te aporta una gran concentración que entrenas a la hora de practicar, que luego te sirve para muchos otros aspectos de la vida. A mi me gusta mucho cocinar, por ejemplo, y necesito esa concentración a la hora de preparar una receta, tengo que tener claros los pasos a seguir y tener todo el material que voy a usar a mano. Lo mismo cuando entreno malabares.
P. Me han comentado que te gusta la cartomagia, ¿Qué similitudes y diferencias encuentras entre magia y malabarismo?
R. De similitudes: la constancia que necesitas para hacer los trucos, hay que practicar todo miles de veces. La diferencia: la teoría, la magia tiene una teoría muy estructurada y en malabares apenas la hay, o la hay técnica, pero no psicológica. De la magia es lo que más me gusta, la teoría, el estudio de cómo funciona la mente humana y cómo responde a ciertos estímulos o engaños, es apasionante.
P. A mí me llama la atención del mundo de la magia que es como más hermético.
R. Sí, es por no desvelar el misterio, no quitar la ilusión, aunque esto también está cambiando en magia, como ya cambió en malabares. Piensa que hace años nadie del circo enseñaba sus trucos y aun hoy sigue siendo así, por ejemplo, es muy difícil encontrar a un antipodista que te enseñe. Pregúntale a Leo Bassi, por ejemplo, de familia circense, que te enseñe antipodismo, no lo conseguirás. Aún consideran que es una tradición familiar, que les ha hecho estar donde están y no quieren compartirlo. Igual si muestras mucho interés te enseñan pero como a un discípulo, no como a un alumno.
P. Ya para terminar, ¿Qué proyectos tienes en el futuro?
R. Quiero seguir dando clases, me gustaría preparar unos intensivos aparte de Carampa, pero también seguir con la escuela, a ver qué pasa con el traslado a Alcorcón.
Otra cosa que yo no sé hacer pero la gente me pide es observar números, una visión exterior, no dirigir, porque no tengo ni idea, pero sí dar mi opinión, eso me gusta, es fácil (risas). Porque no me gusta la poca sinceridad que hay cuando se empieza, cuando le preguntas a un amigo “¿qué te parece mi número?”, todo el mundo te dice “genial, me ha encantado, sigue así…”. Se es poco crítico con los amigos y es contraproducente; no digo machacar al personal, pero sí hacer crítica constructiva, para que el artista pueda pensar en más cosas y tener un campo más amplio, plantearte preguntas.
Pues procuraremos hacernos más preguntas, mil gracias Churun, ¡salud y mucho circo!