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miércoles, 23 de noviembre de 2011

Crónica de Zarkana (Cirque du Soleil)

Madrid tuvo el honor de acoger casi en primicia a Zarkana, el último espectáculo de la multinacional circense Cirque du Soleil. Del 12 de noviembre al 31 de diciembre, el Madrid Arena es el lugar elegido para alojar el impresionante despliegue que conlleva la compañía canadiense. Más de doscientos trabajadores y setenta artistas son los responsables de este nuevo recorrido por el surrealismo. El mago Zark ha perdido sus poderes y a su amada, y nos hace acompañarle en su búsqueda por un teatro abandonado. Todo dentro del simbolismo y el estilo críptico del Cirque du Soleil, que dificulta la comprensión del hilo argumental salvo que lo conozcas de antemano.


Otras características comunes a otros espectáculos del Circo del Sol son el elevadísimo precio de las entradas (mínimo 40€, lejos lejos), la meticulosa organización, la música y el vestuario, las coreografías multitudinarias durante un acto que a veces distraen del foco principal, las canciones en idiomas inventados y el anonimato de los artistas. Respecto a esto último, hay que recurrir a internet y dedicar unos minutos para conocer el nombre de los artistas y directores, debido a razones no muy comprensibles.

Una de las cosas que más sorprende de Zarkana es su asombroso escenario (ver vídeo), inmenso, con gran profundidad, con telones que son pantallas LED, con una versatilidad pasmosa y con un equipo humano capaz de hacer que se metamorfosee en breves segundos sin que nos demos cuenta. A veces decorado de forma barroca, ambientado en la estética de finales del XIX o principios del XX, puede llegar incluso a distraer del foco principal del espectáculo, que son los artistas.

Bajo la dirección artística de François Girard, Line Trembley y Stefan Roy, la creación musical corre a cargo de Nick Littlemore. A modo de supuesto musical se van sucediendo los números, todos ellos con un regusto a circo clásico y con un nivel general bastante alto. Destaca por encima de todos el espectacular número de parada de manos de Anatoly Zalevsky, ganador del oro en el Festival de Cirque du Demain en 1998. Además, tuvieron a bien dejar que fuera él solo, flanqueado por dos pianos de cola, el que llenase el escenario. Su número de verticales respira fuerza, fluidez y belleza a partes iguales, consiguiendo la ovación rendida de todo el público.



Otros actos destacables fueron el trío de escalera vertical, con sus espectaculares portes en equilibrio, aunque quedó deslucida por la parafernalia acompañante. El número de barra rusa del trío White Crow (procedentes del circo Starlight), que muestra un triple mortal hacia delante enlazado con un doble atrás con tirabuzón. Hubo también un hipnótico acto de lanzamiento de banderas italianas que sacó exclamaciones del público. También merecen mención el vistoso número de bolas de rebote y claqué de Maria Markova (que ya estuvo en Saltimbanco) o los dibujos en la arena de Erika Chen.


Los números de cuerda lisa a dúo; Los Navas y Vélez, la troupe de alambristas y el número de trapecios volantes a mi parecer les faltó algo de ritmo, aunque hay que reconocer que todos esos vuelos y saltos siempre son impresionantes. Lástima que a Madrid no trajeran la Rueda de la Muerte, tenía ganas de verla en directo.

Los payasos Daniel Passer y Wayne Wilson hacen de nexo, con rápidas, simples y eficaces intervenciones que demuestra que son una parte imprescindible de todo buen circo. La traca final de la velada quedaba a cargo de la troupe rusa de “banquine” y su número heredado de Quidam, ganador del Festival de Montecarlo en 1999. Una docena de artistas en perfecta sincronía ejecutando torres humanas en segundos, sobre las que vuelan las ágiles como si nada. Capaces de crear una estructura como la de la foto de más abajo (no, no es un montaje); y para rematar, un vuelo con mortal hacia atrás para caer sobre una torres de tres alturas, donde los portores reciben sin el más mínimo tambaleo.



Lamentablemente, no todo el público pudo disfrutar de estas actuaciones en su plenitud ya que el pabellón resultó demasiado grande y casi todos los asientos se encuentran demasiado lejos, y los de las gradas laterales pierden visibilidad por la profundidad del escenario. Que esto suceda en un espectáculo donde los asientos más baratos cuestan 42€ es inadmisible. La carpa dota de una magia especial a cualquier acto circense, y permite al espectador disfrutarlo como se merece. Esperemos que para siguientes girasse planteen estas cosas. Si uno se da una vuelta por los blogs y las primeras críticas al espectáculo (ver más abajo) encontrará a grandes rasgos dos versiones: las de los periódicos y medios oficiales, con una opinión favorable y dejando ver alguna sutil queja; y las de usuarios habituales del Circo del Sol (que no del circo) quejándose de las instalaciones y de los fallos de los artistas (sí, lo que leéis, a mí también me ha sorprendido). Aun así, salvando algunos de estos detalles, el gusto que dejó Zarkana es bueno y sorprende favorablemente, al menos al que suscribe.



Versión extendida de la crónica publicada en el nº30 de la revista Zirkólika.

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3 comentarios:

  1. Aupa tu por esas crónicas, decirte que la curiosa parodia es de un amigo de la toupe de bascula Balagans, un cachondo el tio....jpk

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  2. Anda que, parada de manos!!! A ver si no te lee Iván que lo llamas parada de manos :P
    Voy este viernes a verlo a ver que tal

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  3. Pues a mi me parecio una tomadura de pelo, poco circo y mucho musical, hasta ahi bien, pues de eso trataba el espectaculo. Pero pagar el pastizal que valen las entradas por tan poco tiempo y tan mala visibilidad es lamentable. Ademas en la actuacion que yo pude ver estuvieron mas de 15 minutos sin hacer nada por que huvo problemas no se de que tipo, pues tampoco dieron ninguna explicacion. Es decir que dejaron al publico sin 30 minutos de actuacion. Yo reclamare....

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