Dentro de este circo, donde reina lo tragicómico, hay espacio para números con fuerza, aunque quizá tan entrelazados con la puesta en escena que cuesta sacarlos de contexto y tomárselos en serio. Hay un estupendo número de funambulismo por parte de Kimi Hartman que enamora -y con razón- al clown, una sorprendente Nathalie Kuik hace de forzuda y lanzadora de cuchillos al estilo más clásico, María Ronaldo sube unas escaleras cuyos peldaños están formados por afilados sables y, entre bastidores, un jovencísimo Pepjin Ronaldo va demostrando su múltiples habilidades sin salir a pista hasta la catarsis final, donde cobra protagonismo. Todo acompañado por una reducida orquesta formada por David van Keer y la polifacética Rachel Ponsonby.
Y luego está Danny Ronaldo, este magnífico clown -sexta generación de familia circense- demuestra que es un artista polivalente a la antigua usanza. En sus múltiples entradas a pista nos deleita con sus notables habilidades como músico, malabarista, acróbata y funambulista. Todo envuelto en el manto de su personaje, tierno, divertido, sensible y enamorado perdidamente que conecta de inmediato con el público.
Esta variopinta familia está constantemente en escena, duplicando su actuación en cada función. Todo está perfectamente coordinado y coreografiado, lleno de gags y con gran dinamismo; sobre todo en la parte posterior, donde incluso tanta actividad puede abrumar al espectador y sumarlo al desconcierto de sentir que se están perdiendo el espectáculo de la pista. Eso sí, los personajes quedan bien definidos, dejándonos claro su papel en el seno familiar e incluso revelándonos algunas de sus relaciones internas que involucra más a los espectadores en la historia y los hace más cómplices y casi parte de este pequeño circo.
Este formato de espectáculo partido me ha sorprendido aunque no me ha terminado de convencer. La primera hora viendo sólo la parte de atrás del telón acaba cansando y dejando la sensación de estar perdiéndose cosas. Creo que la historia se entiende mejor viendo primero la pista y luego bambalinas. Aun así, aplaudo la valentía de los Ronaldo por apostar por esta curiosa puesta en escena y por el más que notable resultado logrado. Este coraje y profesionalidad es el que hace que estos belgas lleven más de cien años de circo itinerante a sus espaldas, y por muchos más.
Artículo escrito para Zirkólika (núm. 29)
Otros enlaces de interés:
- Fotografías en Gazeta20 (Anita de Austria).
- Crónica en El País.
- Crónica en Arteenlared.
- Crónica en Suite101.
- Galería fotográfica de Vega & Ekber.
- Dossier de prensa.
Gracias Rafa, por la crónica, no pude verlo, una pena, pero bueno, les vi en varias ocasiones, veo que también estaba Karel Kremers, le vi hace años con ellos también, y después con su individual, es un crack el tipo, bueno todos ellos, Danny es muy especial, muy grande el Circus Ronaldo JPK
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